El elemento espacial en «Algo tan feo en la vida de una señora bien», de Marvel Moreno

En «Algo tan feo en la vida de una señora bien», de Marvel Moreno, los lugares donde se desarrolla la historia representan la opresión contra la mujer por parte de un élite patriarcal.  La opresión que sufre la protagonista del cuento es representada en tres espacios principales: la casa en la que vive Laura de Urueta, los espacios exteriores desde donde se dirigen a ella los otros personajes, y el propio cuerpo de Laura de Urueta. En el siguiente análisis crítico se ilustrará cómo desde estos tres espacios se realiza una denuncia contra la opresión a la que es sometida la mujer en una cultura clasista y machista.

Para desarrollar este propósito se establecerán primero, en una introducción, algunos aspectos generales del cuento de Marvel Moreno, en el que se identificarán elementos contextuales como la trama, el narrador, el tiempo, los personajes, el tema y una propuesta interpretativa que nos permita enfocarnos en el elemento espacial. En un segundo momento se ilustrará cómo la casa de Laura de Urueta, los espacios exteriores y el cuerpo de Laura de Urueta son una representación de la opresión a la que la protagonista es sometida permanentemente.

Introducción

  «Algo tan feo en la vida de una señora bien» fue escrito en 1977 y publicado por primera vez en 1980 por Marvel Moreno. Narra la historia de Laura de Urueta, una mujer que es preparada desde niña para comportarse como una señora bien vista por la clase social a la que pertenece. Esto es, para tener un marido y servirle, sin tener opiniones o acciones que lo escandalicen o contradigan. A cambio de eso se le ofrece la posibilidad de ser acogida en un círculo social, y estabilidad económica.  

En «Elementos del texto narrativo» (2008) José Valles Calatrava identifica, a partir de otros autores, tres momentos recurrentes de la diégesis que sirven para establecer la organización lógica de la acción. Estos tres momentos, que otorgan sentido a la trama, se pueden agrupar en principio, medio y fin. En el principio del cuento analizado vemos a Laura de Urueta en su cuarto, el único lugar que siente suyo en una casa grande en la que ha vivido durante años sin sentir propia. Laura, por fin sola después de mucho tiempo  en que quiso y no pudo estarlo, se toma una pastilla indicada para la depresión o el insomnio, y desde ese lugar empieza a recordar los acontecimientos que la han llevado hasta donde está. El medio de la diégesis es la exploración por los acontecimientos y personajes que la explican, desde su mamá hasta su hija, en una historia que se repite por generaciones, de mujer a mujer. El fin es el momento en que, mientras el carnaval se acerca a la casa de Laura, ella se suicida con una sobredosis de pastillas. En ese momento final se concreta la venganza de Laura de Urueta, que al menos por ese instante recupera su cuerpo y su voluntad, y de esa forma paradójica reclama también para sí misma la vida que otros le quitaron.  

En «Para escribir cuentos» (1996) Flannery O’connor afirma que en la mayoría de los buenos cuentos es la personalidad del personaje la que provoca la acción,  es desde esa acción que se debe producir una acción dramática completa, y el resultado de todo esto debe ser un significado que se desprende de la completa presentación de la experiencia. Los personajes de «Algo tan feo en la vida de una señora bien» cumplen totalmente este propósito por su verosimilitud y profundidad. Detrás de cada uno de los personajes que menciona el cuento hay una historia, y detrás de cada historia una explicación en la que se refleja la sociedad y la vida que le han impuesto a Laura de Urueta.  En este contexto Laura de Urueta explica mediante sus acciones cómo se convirtió en una víctima de una trama que la supera, que se demoró muchos años en entender y de la que decide liberarse en un acto final. A su vez, podemos ver por qué la mamá de Laura actúa de una forma cómplice junto al marido de Laura (Ernesto) para obligarla a comportarse como una señora adaptada a una sociedad a la que no quiere pertenecer, ellos representan esa opresión. En contraposición, la mejor amiga de Laura (Martiza) y el exnovio (Horacio) representan la libertad porque en cada uno de sus actos demuestran un reto y una rebelión al aconductamiento que intenta imponérseles social y económicamente. Por último, entre los personajes principales está la hija de Laura (Lilian), que resulta ser la penúltima posibilidad de reivindicación de Laura, pero una posibilidad fallida porque Ernesto, al igual que con Laura, logra finalmente imponerle un destino que no le debería pertenecer.

Ricardo Piglia, en «Tesis sobre el cuento» (1993), afirma que un cuento siempre dice dos historias. Podemos unir esta tesis a la definición de cuento de Juan Paredes, en «Para una teoría del relato» (2004), quien afirma que el cuento es una estructura cerrada significativa pero que este cierre es una apertura donde se encuentra lo principal del cuento. En «Algo tan feo en la vida de una señora bien» las dos historias que menciona Piglia están enunciadas desde el título. La primera historia es el relato de frustración y derrota de la señora bien (Laura de Urueta) frente a la sociedad que la oprime, en esta historia vemos a Laura recordando y explicándose su vida desde un cuarto pequeño en una casa grande. La segunda historia es el algo feo del cuento, el suicidio de Laura, que en principio parece una confirmación de su  fracaso resulta ser su venganza y su reivindicación. Es en esa última escena que la protagonista le da un giro a la historia y reivindica su vida al reclamar su cuerpo, su espacio y su voluntad, por ese último instante. Una vez cerrado el relato se abre el sentido, como afirma Juan Paredes. La propuesta interpretativa de este cuento, alrededor de la opresión y la libertad a la que es sometida la mujer en una sociedad machista y elitista, viene reforzada en el texto por otros elementos, cada uno de ellos con igual peso significativo, pero en este análisis nos vamos a centrar en el espacio, donde se intensifica la opresión.

Antes de analizar el espacio que se narra vamos a terminar la introducción de los elementos de este cuento enunciado las coordenadas desde las que se narra, elemento mencionado por Eduardo Serrano en «Las coordenadas narracionales» (1996). Las coordenadas de la narración, que están constituidas por las circunstancias de tiempo y  espacio, conforman el contexto material donde se produce la narración. En el cuento que analizamos de Marvel Moreno el narrador es heterodiegético (según la tipología de Genette), o sea que no hace parte de la historia. Este narrador desarrolla un tiempo crónico de entre dos y cuatro días de carnaval en el que Laura puede por fin quedarse sola en la casa. Dentro de esos cuatro días hay frecuentes procesos de analepsis en el que se relatan las diferentes situaciones que la llevaron hasta el punto en el que está. Lo anterior desde el tiempo crónico. Desde el lenguaje, la narración es ulterior.

Ahora, para las coordenadas espaciales, se da una narración atópica, esto quiere decir que el narrador no nos dice desde dónde está narrando la historia, sino que es quien enfoca la narración desde diferentes lugares para que los lectores veamos y percibamos el relato. Estos lugares que enfoca son los que nos interesan para el siguiente análisis. Especialmente tres de ellos, desde los que se produce ese contraste entre opresión y libertad, que también es una batalla que Laura de Urueta da sobre su propio cuerpo. Estos lugares son: la casa donde vive Laura, los exteriores y el cuerpo de la protagonista.

La casa donde vive Laura de Urueta

«Algo tan feo en la vida de una señora bien» es narrado casi en su totalidad enfocado en Laura de Urueta como personaje dentro de un cuarto en una «casa demasiado grande, donde había vivido desde su matrimonio sin haber podido nunca sentirla suya» (p. 117).  Ese cuarto es el único sitio conquistado por Laura como propio a través de los años. Tres símbolos muy significativos habitan ese cuarto durante todo el relato, y representan a la vez el encierro y la libertad añorada: una mosca que zumba sin poder salir, las cuatro acuarelas pintadas por Laura, las únicas que había logrado terminar, aún bajo la resistencia de su marido, que la hacía sentir ridícula por haberlas hecho y conservarlas, y el viejo escritorio de su padre, que debía conservar Laura contra el rechazo y la repugnancia que sentía su mamá por su papá.

En ese pequeño territorio, un pequeño cuarto, dentro de una casa grande, dentro un mundo desconocido y distante, se encuentra la protagonista durante toda la historia. Si la primera definición de oprimir que encontramos en el Diccionario de la lengua española es «ejercer presión sobre algo» está claro que ese lugar de reclusión dentro de otro lugar de reclusión, en el que la protagonista se ve obligada a esconder su vida (la de verdad) de los otros, es un ejemplo ilustrativo, y la narración no es neutra al señalárnoslo desde el inicio cuando presenta a Laura en una casa demasiado grande que no siente suya.

Que el principal espacio en el que se desarrolla la historia sea tan significativo no es gratuito, está claro. En «Para escribir cuentos» Flannery O’connor lo define así: «en la buena ficción, ciertos detalles tenderán a la acumulación de significado a partir de la acción del cuento mismo» (p.320). En el cuento que analizamos de Moreno, esa acumulación de significado es notoria en todos los detalles, desde el mismo nombre de Laura de Urueta (como si ella fuera una propiedad de otro), hasta la mosca que revolotea durante todo el relato en el cuarto como si fuera la representación de Laura, su pensamiento y el rol social que le ha adjudicado su propia familia. Es así que esta acumulación se suma y se reúne en ese cuarto, símbolo de la opresión en la que ella se encuentra, y que se ve intensificada cuando se hace referencia al espacio exterior.

Los exteriores

Este cuento representado como obra de teatro solo necesitaría en el escenario un cuarto diminuto y un teléfono, porque los grandes espacios donde también sucede la historia son los lugares desde los que los demás personajes se dirigen a ella, lo que produce en nosotros como lectores una imagen de Laura cada vez más pequeña y encerrada. El primer espacio exterior que vemos es Nueva York, Chicago o Miami, lugar desde el que Ernesto llamaba a Laura, rutinariamente, cada que partía de viaje. También Maritza, su mejor amiga, vive en Nueva York, y es Miami al lugar en que Laura debía darse a la fuga con Horacio, aunque nunca sucedió.

La gran casa del Olaya Herrera en la que Laura vivió con su mamá fue vendida para dar la cuota inicial del apartamento de su hija, evento ante el que Laura se siente como una intermediaria entre una generación y otra y no como parte de uno de esos dos lugares. Esos dos lugares son espacios que deberían ser también de ella, pero que al contrario la distancia de ella misma, y de esa forma aumentan la sensación de frustración y no pertenencia en el cuento.

Otro lugar exterior trascendente son las dos playas, una a la que iba con Horacio, y otra a la que iba con Ernesto, de este lugar la narración nos aporta el significado con un juicio directo al afirmar que la playa en la que Ernesto le había dicho, como si fuera una orden, que ella no era una aventurera, no era la misma playa «larga y desierta de Salgar, donde tantas veces había ido con Horacio» (p.120). Si la playa de Horacio era larga y desierta, la playa de Ernesto debía ser corta y llena de gente, deducimos. La playa de Horacio representa entonces la libertad de ser sin nadie vigilando, mientras la playa de Ernesto significa la imposibilidad de andar sin una mirada controladora rodeándola.

Por último, otro espacio exterior, que representa el límite hasta donde dejaron ir a Laura cuando intentó buscar con desespero su libertad, es el muelle en el que su madre la esperó con dos policías, y después la abofeteó, la cogió del pelo y le dio  en la cabeza con la pared hasta hacérsela sangrar. Ese muelle cercado con dos policías, y esa acción de golpearle la cabeza con la pared son dos acciones que producen el efecto de límite infranqueable, un límite en el que vemos a Laura siendo sometida y castigada no solo por la jaula que es su casa y la presión sicológica en la que está sino, ahora también, en su propio cuerpo.

El cuerpo de Laura de Urueta.

Laura, porque así la educaron, no vive en su propia piel. Se lo dice Maritza cuando en una conversación que tienen confirma que Laura prefiere meterse en la piel de los otros que en la propia, se lo dice explícitamente: « ¿Por qué siempre te metes en la piel de los demás? ¿Y tú no cuentas?» (p. 117). Unas pocas líneas después de esa pregunta la narración nos explica dónde y por qué comenzó esa educación: «Cuántas veces, de niña, había buscado refugio en las piernas de su madre, y había encontrado su apoyo, su ternura. Después, sí, su madre había cambiado, apenas ella empezó a acercarse a la adolescencia. Se había vuelto amenazante, desconfiada; la enfurecía cualquier tentativa de independencia, cualquier gesto que insinuara su feminidad» (p. 117). La madre de Laura, nos queda claro, le teme a que ella quiera disponer de su propio cuerpo. Que ella quiera hacer con él lo que ella quiera, y no lo que la sociedad quiere que ella haga. Desde ese momento la madre siente el impulso de presionar, de oprimir a Laura, obligándola a vivir, incluso, por fuera de su propia piel.

Esta sensación de control y dependencia con su propio cuerpo se va intensificando con los años, y nunca cesa. Laura es vigilada constantemente como si fuera un recién nacido, y a cada expresión de independencia es rechazada y regañada para tenerla bajo control. La apropiación de su cuerpo por parte de su mamá llega a un extremo cuando es golpeada por su madre, y posteriormente hospitalizada. Dentro de esos golpes está la reprobación por haber perdido la virginidad por fuera de los ritos y los límites que le han impuesto.

Cuando la narración afirma «pero la gente se olía las cosas y nadie puso en duda que habiendo clínica de por medio había perdido la virginidad» (p. 118) insinúa un aborto, y ese es el pico más extremo al que se llega en cuanto a la disposición del cuerpo de Laura, esa forma de quitarle una vida de adentro a la fuerza, que solo se insinúa, es una metáfora devastadora y directa de la forma en la que otros tratan el cuerpo de la protagonista como una propiedad. De esa perversidad es cómplice Ernesto, que «había calculado su matrimonio con la misma perspicacia que le servía para comprar negocios en quiebra y en un año sacarlos a flote» (p. 118).

La lógica de Ernesto, del mundo como una máquina que él tiene que operar, lo lleva también a controlar a Laura como controla a su hija, efectivamente, para que no sean sino lo que él quiere que sean, y para que siempre estén bajo su control: «no debía contradecirlo, ni mostrarse demasiado, demasiado ¿qué?, excesiva, decía él alejándola suavemente de sus brazos» (p. 119). Laura no puede disponer de su propio cuerpo, entonces, ni siquiera para explorarlo y disfrutarlo sexualmente con Ernesto. Ernesto tiene miedo, siempre, de que el cuerpo de Laura se le salga de control, y así se expresa en la narración: «Ernesto la había despojado de todo […] y cuando lo logró, cuando la convirtió en el receptáculo donde él se masturbaba respetablemente, ella lo había odiado» (p. 120).

Esta lógica que la madre y el marido de Laura aplican contra ella, esta forma de disponer del cuerpo de la mujer sin preguntárselo es lo que nos dice el cuento sobre la vida real, sobre la sociedad. En la narración Laura es capaz de reconocer toda esta trama destructiva al reconocerse en sus amigas, con la diferencia de que, al menos Laura lo reconoce, tarde, pero lo reconoce así: «porque allí o en cualquier parte estarían en desventaja, mientras tuvieran que avergonzarse de algo que formaba parte de ellas, como la calidad del pelo o el color de la piel. Ahora todo esto le resultaba claro, tan claro como la luz del día, sin embargo, qué de años le había llevado comprenderlo» (p. 123).

Referencias

Calatrava José R. (2008). Teoría de la narrativa. «Elementos del texto narrativo». Madrid: Iberoamericana Vervuert.

Moreno, Marvel (2001). Cuentos completos. «Algo tan feo en la vida de una señora bien». Bogotá: Norma S. A.

O’connor Flannery (1996). Poéticas de la brevedad. «Para escribir cuentos». México D.F: UNAM y UAM/X.

Paredes Juan (2004) Para una teoría del relato. «Algunos aspectos del cuento literario». Madrid: Biblioteca nueva.

Piglia Ricardo (1993). Teorías de los cuentistas. «Tesis del cuento». México D.F: UAM/X

Serrano Orejuela Eduardo (1996). La narración literaria: teoría y análisis. «Las coordenadas narracionales». Cali: Gobernación Valle del Cauca.


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