El atravesado, Andrés Caicedo

Editorial Norma

Edición 1997 [Escrito en 1971]

82 páginas

Se llama El atravesado porque el narrador está dispuesto a pelear con quien sea y a vivir la vida solo bajo la influencia de sus impulsos alimentados por los compañeros, el cine, el baile, la ciudad, la calle, la salsa y el rock; o sea por una época que identifica a una generación dispuesta a vivir tenaz e intensamente hasta encontrar su destino fatal, bajo el riesgo de superar ese destino y ser enfrentado por algo peor: la vida adulta de gente ya ida y ahora con horarios y tareas por cumplir. Pero se llama El atravesado porque al narrador lo atraviesa un dolor que no es capaz siquiera de nombrar: el sufrimiento por perder sus únicos vínculos personales afectivos con el mundo, algo peor que morir. Porque el narrador está atravesado, sobre todo, de principio a fin, por la enfermedad de su mamá dulce y amorosa que se está quedando parapléjica y que se muere después, y por la ausencia del papá; y entonces solo lo acompañan unos tíos y primos y primas clasistas, capaces de una violencia solapada mucho peor que la que él ha estado acostumbrado a vivir, de la que él se quiere vengar.

El narrador en primera persona que le cuenta la historia a un espectador anónimo, que se siente como si fuera el lector, no solo recrea con un lenguaje directo y coloquial el contexto de la época, sino que hace sentir al oyente la épica, la necesidad y el placer de pelear, el valor del cine, y las ganas de andar la ciudad, y bailarla y sentirla y hacerse sentir. El atravesado está escrito con un lenguaje personal, con un tumbao que viene de la calle, la literatura y la adolescencia, lleno de apócopes, onomatopeyas, jerga callejera, un lenguaje con fines sociales y aventureros, en el que los nombres de los líderes de la Tropa Brava como Piedra-hita y Rebe-ca hacen pensar en gente tiesa o fuerte, y en la rebelión.

Lo que atraviesa a El atravesado tanto en su lenguaje como en su relato como en su contexto es la intención, la necesidad y el gusto por pelear (con fines sociales y aventureros) porque El verano ya está aquí y el tiempo para pelear en las calles es correcto; y porque el narrador está en este momento con los puños frente a nosotros para darnos su testimonio, porque no hay caso, nos dice, porque di piedra y me contestaron con metralla. Y cuando hubo que correr corrí como nadie en Cali. Porque mi conciencia es la tranquilidad en pasta, y por eso soy yo el que siempre tira la primera piedra.


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