Libro: Juan Rulfo Obra Reunida
Editorial: Eterna Cadencia
Reimpresión, 2017
334 páginas
El llano en llamas fue publicado por primera vez en 1953. Este es el sexto cuento de ese libro.
En una entrevista entre Rulfo y Elena Poniatowska, ante la pregunta de qué siente cuando escribe, él responde: remordimientos. Esa respuesta siempre está en mi memoria cuando leo a Rulfo. En Talpa la palabra está tres veces. Se utiliza para señalar el sentimiento de arrepentimiento y culpa que tiene Natalia y el hermano de Tanilo por haberle sido infiel a Tanilo y sobre todo por haberlo impulsado a que se muriera más rápido. Es una palabra profunda, si uno piensa detenidamente en ella. La acción de morderse reiteradamente parece señalar, con esa reacción salvaje, una enfermedad. Los seres humanos no se muerden a sí mismos reiteradamente el cuerpo en su sano juicio, solo se muerden, de forma permanente y metafórica, la conciencia.
Talpa es la historia de un peregrinaje de ida vuelta desde la enfermedad hasta el regreso a la madre. Los protagonistas son tres: Natalia la esposa de Tanilo Santos, Tanilo Santos y el narrador hermano de Tanilo Santos. Las madres son dos: la Virgen de Talpa y la mamá de Natalia. El día en que Tanilo Santos manifiesta inicialmente su enfermedad con «unas ampollas moradas repartidas en los brazos y las piernas» comienza la necesidad del peregrinaje, cuando la enfermedad se agrava Tanilo pide que lo lleven a Talpa; en algún momento, con la enfermedad empeorada, el hermano de Tanilo y Natalia lo llevan.
El peregrinaje, para mí, es una rama de los viajes. El peregrinaje religioso consiste en el desplazamiento desde un lugar profano hasta un lugar sagrado, el peregrino es una persona a la que lo aqueja un mal y cree que si ofrece en sacrificio ese viaje (ojalá lleno de obstáculos) va a servir de sacrificio para que a cambio se le otorgue la liberación de ese mal (un milagro).
En lo personal a mí me parece que los personajes de Rulfo tienden a ser seres desarraigados, y que más que el remordimiento es esa sensación de desarraigo de todo (no solo de sus tierras y pertenencias sino hasta de sus propias vidas y sus propios cuerpos) lo que los impulsa. A Tanilo Santos le han quitado la salud, y eso lo convierte en un peso no solo para sí mismo sino para su esposa y su hermano, y probablemente para todos los que lo rodean, inclusive para los que simplemente lo ven o lo huelen. Tanilo quiere salvarse de esa enfermedad y paradójicamente lo logra, porque se «alivia hasta de vivir».
Cuando pienso en el remordimiento del hermano de Tanilo y de Natalia pienso en por qué hacen lo que hacen, por qué traicionan ese vínculo familiar, por qué empujan a Tanilo a su muerte, si una vez muerto Tanilo también detienen sus relaciones. Para Natalia hay una explicación en el texto: «Sentía como si descansara; se olvidaba de muchas cosas y luego se quedaba como adormecida y con el cuerpo sumido en un gran alivio». Natalia, con ese placer momentáneo de la carne, logra descansar un momento, aliviarse, esto es: logra olvidarse. No se dice de una forma tan explícita, pero sospecho que los motivos del hermano de Tanilo son similares, es una idea que late y crece en el texto: «ya descansaremos bien a bien cuando estemos muertos», así lo expresa el narrador, hermano de Tanilo.
Hay una idea subterránea que recorre todo el texto, que contrasta la idea que tenemos de que el alivio de la enfermedad es la salud, con el giro sorprendente de que el alivio de la enfermedad es la muerte. La enfermedad, entonces, es estar vivo. Para Tanilo, en el texto, no hay un momento antes de la enfermedad, su cronología comienza con las primeras manifestaciones de sus ampollas moradas. Para Natalia y para el hermano de Tanilo tampoco hay un momento en que puedan descargar ese peso, todo lo que hacen lo hacen con esa carga permanente de que están haciendo algo inevitable y de que está mal, y de que eso que hacen no los va a librar tampoco del desenlace irrevocable, y al final no los libra, saben que van a seguir cargándolo. El cuento comienza por el final cronológico, que es el regreso de Natalia a los brazos de su madre, a llorarle, para confesarle sus penas sin decírselas. También, cuando se muere Tanilo, el hermano de Tanilo confiesa que es entonces cuando siente la tristeza, al contrastar la vida que los rodea comparada con la muerte de Tanilo.
Esa sensación sin embargo no se limita a ellos tres. Todos en el cuento llevan la vida como una carga, una carga que va en aumento no solo en intensidad sino en cantidad. Primero es Tanilo y la enfermedad física, luego Natalia y el hermano y la enfermedad moral, luego en la peregrinación se juntan con otros muchos como ellos, un río interminable de desesperados que buscan una salvación que no existe: «Lo que tenemos que hacer por lo pronto es esfuerzo tras esfuerzo para ir de prisa detrás de tantos como nosotros y delante de otros muchos. De eso se trata. Ya descansaremos bien a bien cuando estemos muertos». También las madres quieren quitar la carga del pecado a sus hijos, e intentan llevar ellas ese peso para servir de consuelo.
Para mí el tema de este cuento es la resignación ante el desarraigo. A cada uno de esos personajes les han quitado alguna cosa, y eso convierte sus vidas enteras en una pena que intentan aliviar desesperadamente. La resignación (su voluntad en manos de un milagro o el olvido) es la cura que aceptan con esperanza y que, al final para sanarlos, termina por quitarles la vida, la muerte es el único momento dispuesto para su descanso.
Para Rulfo, ante la maldad de la vida, las malas acciones de los personajes que están vivos son inevitables. Ese es el remordimiento que me imagino que siente el autor ante sus personajes cuando comenten los peores crímenes. Esos personajes han sido puestos en escenarios que parecen hacer necesarias sus acciones, personajes que para descansar buscan a una madre o un padre que no está, y en esa búsqueda solo encuentran la muerte.
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Para contar esta historia Rulfo desarrolla una estructura compleja que cuando uno la lee deja la sensación de que ha sido simple e inclusive directa. La primera estrategia es el contraste del regreso de la peregrinación (o sea el regreso de Natalia a los brazos y al consuelo de su madre) contra la dureza del trayecto de ida y lo que los peregrinadores hicieron durante ese recorrido. En otras palabras, es el contraste entre la ida y el regreso de esa peregrinación.
Ricardo Piglia, en un discurso de titulado posteriormente «Los modos de narrar», identifica dos formas primigenias y generales de la narración, lo que también se traduce en dos métodos iniciales del conocimiento. El segundo de ellos es el del adivino de la tribu, que intenta aportar resultados a través de indicios, este es el modo originario de la ciencia, que intenta aportar resultados a partir de observaciones. También es el modo de muchos relatos literarios, como los que sigue la literatura policiaca, entre otros. El primer modo de narrar que menciona Piglia, que es el que me importa para este texto, es el del viaje: alguien sale del mundo cotidiano, va a otra parte, y luego cuenta lo que ha visto, la diferencia. El viaje es el mecanismo de la Odisea, por ejemplo, y de la mayoría de los cuentos infantiles. Este cuento de Rulfo se basa en esa forma de narrar, la del viaje. Pero no en el mecanismo simple ya conocido, sino en un dispositivo complejo que está emparentado con la peregrinación (un viaje de hondo significado religioso). Con esa estructura tradicional de los viajes que tanto se ha usado desde el inicio de la literatura, Rulfo realiza en Talpa un giro asombroso, el de remplazar todo lo maravilloso del viaje por un peso trágico. También esa intención del peregrinaje de encontrar la salvación y el milagro al final de su destino es remplazada con la búsqueda de consuelo en la madre y el posterior encuentro con la muerte. De esta forma, el significado infantil y religioso se modifica por una visión del mundo pesimista, fatalista y pesada.
Para realizar el contraste dentro de esa estructura Talpa no solo opone un párrafo donde se habla del regreso con párrafos donde se habla de la ida, modificando la disposición cronológica de la historia, sino que además divide el texto en segmentos que van mostrando una escalada en la intensidad del conflicto. Talpa tiene cuatro fragmentos divididos solo por un espaciado un poco más amplio. En el primero de ellos se realiza una introducción al conflicto de la historia presentando a los personajes y oponiendo el regreso a la ida. En el segundo se desarrolla el peregrinaje principalmente desde el remordimiento por el pecado de Natalia y el hermano de Tanilo al llevar a Tanilo a Talpa para que se muriera mientras ellos (Natalia y el hermano) tenían relaciones sexuales escondidos. En el tercero el peregrinaje de ellos se une al peregrinaje de una multitud que hace parecer todo ese trayecto como un río innavegable de otros desesperados a los que inevitablemente, como ellos mismos, se los va a llevar la marea. El cuarto fragmento narra los finales de todos, aunque remate solo con la muerte de Tanilo, cuenta también la sensación de peregrinaje sin fin de Natalia y el hermano de Tanilo que al igual que Tanilo buscan un consuelo insuficiente para sus vidas de donde puedan agarrarlo: «y yo comienzo a sentir como si no hubiéramos llegado a ninguna parte, que estamos aquí de paso, para descansar, y que luego seguiremos caminando».
Aunque en La metamorfosis de Kafka Gregorio Samsa no se va de su cuarto hasta casi el final ese relato también es de viajes, solo que la transformación que narra es más interior que exterior. La metamorfosis narra la historia de un personaje que amanece convertido en un insecto desagradable para su familia y para su entorno, y esa transformación a la que aprende a adaptarse de todas formas resulta en su muerte. Talpa es también la historia de una metamorfosis, pero en cambio no tiene los efectos propios de la fantasía que a veces suaviza la lectura cuando uno siente que está leyendo un relato de ficción. Talpa es un relato crudo de un hombre (que parece hacer parte de una sociedad abandonada o excluida por la civilización) que un día amanece enfermo de algo que puede ser lepra o sífilis o un estafilococo, y esa enfermedad se vuelve cada vez más una carga para él y para su familia, que termina por traicionarlo y llevarlo a empujones a su muerte. Ese hombre, como esa sociedad de desesperados, no tiene soluciones diferentes que acudir a la Virgen, que quién sabe, tal vez sí los salva; porque el texto nos señala con frecuencia que la enfermedad (primero para Tanilo, pero luego también para Natalia y su hermano y luego para todos los peregrinantes y luego quizá para los lectores y los no lectores) tal vez es la vida que se carga como un peso, y no necesariamente las ampollas moradas de Tanilo que terminan por desarrollarse hasta la muerte.
La atmósfera, el tono y el tema religioso embalsaman todo el cuento. No se trata solo de la peregrinación, de la fe de los personajes, de la búsqueda de consuelo en la Virgen que es otra madre, de los otros peregrinantes. Se trata del tono de relato primigenio, de su desarrollo en algo que parece ser una sociedad abandonada de todo aunque sea también una sociedad contemporánea, se trata del pensamiento mágico-religioso al que se aferran la mayoría de los desesperados, se trata del tema de la tentación de la carne en una mujer como si fuera otra Eva y otra manzana, y en la traición del hermano de Tanilo a Tanilo como si fueran otros Caín y Abel. Yo no creo que Talpa critique a la religión católica por ser una falsa promesa, tampoco creo que la exculpe, creo que Talpa narra el drama existencial de una sociedad para la que la religión católica es como el aire, porque la llevan en la cultura desde siempre, desde la sangre y los apellidos y en todos sus tiempos (pasado, futuro y presente).
Otra recurrencia en Rulfo que se señala en Talpa es la geografía. Sus personajes habitan una tierra seca y caliente, donde las únicas nubes son de polvo, y el polvo no solo hace más difícil el recorrido sino que no da sombra. Los personajes ansían la sombra y la noche, pues es su único descanso. Es en la noche y la sombra en que Natalia y el hermano de Tanilo se esconden a olvidarse de todo en los placeres de su carne que lleva todo el día calentándose como la tierra. Es la noche también una esperanza que se confunde con la muerte: «Algún día llegará la noche» dice el narrador con una esperanza lúgubre, que remata ese párrafo afirmando: «Ya descansaremos bien a bien cuando estemos muertos».
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Entrelíneas y también en las mismas líneas los elementos que reúne este texto brevísimo son para mí inabarcables. No sé si es infantil decir que un texto es mi favorito, existiendo tantos otros y más relecturas que tiempo disponible en la vida, pero este texto lo es para mí. Puedo mencionar otras pocas lecturas tan significativas: Luces de navidad de Natalia Castro, Pacto de sangre de Mario Benedetti, El atravesado de Andrés Caicedo, Los que se van de Omelas de Ursula K Le Guin, Algo tan feo en la vida de una señora bien de Marvel Moreno. No digo que esos cuentos, incluyendo a Talpa, sean los mejores técnicamente (y no tendría el criterio ni la formación si quisiera afirmar eso) porque no es mi propósito decir que son mejores como si la literatura fuera una competencia, digo solamente que esos textos, más que muchos otros, me han llegado hondo en la vida, me han dado ganas de llorar muchos de ellos y he sentido que me explican y me revelan cosas sobre mí que ni yo no sabía.
En la literatura está lugar común de preguntar qué obra te ha cambiado la vida, es una pregunta superfecial porque un texto solo no creo yo que le cambie la vida a nadie; si yo hubiese leído algún texto de estos en solitario, que seguro alguna vez lo hice, tampoco creo que me hubieran hecho mella. Lo que sucede es que la literatura junta, cuando uno se sumerge en ella, sí es, en mi opinión (pero como afirmaba Piglia) una forma primigenia y contemporánea de conocer el mundo, una forma de sentir y pensar y por lo tanto de estar en la realidad que nos construimos con los otros, de experimentar las cosas.
A mí Talpa me habla de una forma pesimista de ver el mundo. La vida, si uno abre un poco los sentidos e intenta ser un poco empático, es una carga, porque es compleja y cruel y dolorosa. La vida para mí que soy escéptico de lo religioso es también un peregrinaje. Para completar esta idea habría que leer Los que se van de Omelas (con mis ojos), que como cuento flaquea un poco pero como explicación me parece brillante.
Lo que yo creo es que la vida por sí sola no tiene sentido. Creo que nuestras ficciones le dan un sentido, pero que ese sentido solo se sostiene en nuestras ficciones, porque la realidad es mucho más compleja y cruel y pesada que lo insignificantes que en realidad somos como individuos y hasta como especie para el universo. Eso es lo que creo, y eso es lo que Talpa me hace sentir dolorosa y opresivamente cuando lo leo. Y por eso es tan significativo para mí. Porque me parece brillante su estética extraordinaria y me hace sentir que aun estando solo como todos no estoy en realidad tan solo en esto.
¿o qué pensas vos?