Esta es una historia sobre el odio a las mujeres, que se oculta bajo la palabra amor. La protagonista es una periodista que escribe un artículo sobre un feminicidio. La protagonista se siente identificada con la víctima de su artículo porque, al igual que ella, la periodista se está acostando con dos hombres. Ese es el motivo del feminicidio que narra, un hombre mata a su expareja porque ella decidió no estar con él. Después decidió estar con otra persona, pero, todos sabemos, eso es menos importante para el feminicida. Lo que le importa a este es que ella tomó una decisión independientemente de él. Y entonces eso que él llamaba amor toma su forma real: control, dominación, poder; entonces eso que él le decía a ella que era amor se revela como odio hasta las últimas consecuencias. El problema de la protagonista, el problema de la víctima, es lo que no se puede probar: la constante amenaza, de un hombre, sobre una mujer. El escenario es el edificio donde ella escribe el artículo, a deshoras, por lo tanto un poco vacío, al entrar ella se encuentra con un hombre de alrededor de veinticinco años, en el ascensor, tiene una maleta enorme, le dice que vende calcetines, le ofrece, es una hora extraña para que él esté ahí, ella es amable con él, cuando él se baja se despide de ella haciéndole un saludo militar. Luego, cuando ella escribe, en una oficina sola, el artículo sobre el feminicidio, el hombre aparece otra vez, es alto, él la interpela, le pregunta por lo que hace, ella le contesta, las preguntas de él cada vez son más intrusivas: «¿sobre qué asesinato trabaja?», «¿usted qué edad tiene?», «¿ella trabajaba o la mantenían?», «¿quién la mató, el amigo A o el amigo B? », «¿pero usted cree que el hombre la mató solo por celos?», «¿usted se sintió identificada con la víctima?», «¿está usted casada?», «¿usted piensa que a los hombres no nos gusta que las mujeres hagan el amor?»…de lejos parece una conversación, de cerca es una amenaza en aumento, los datos del vendedor de calcetines, en la medida en que avanza la interacción, se confunden cada vez más con los del criminal, los datos de la periodista con los de la víctima…no estamos seguros de lo que sucede al final, pero las pruebas están ahí: la amenaza constante, la intimidación, el miedo de la víctima, el placer del feminicida, la relación de dominación. Sin embargo, con pruebas o no, con crimen o no, después del suceso la normalidad cultural dirige la culpa a la mujer, y por eso no cesa la amenaza: «la realidad es que ella se acuesta con dos hombres», comienza afirmando el narrador.
* Roberto Bolaño, Cuentos Completos (2018, Cuentos Póstumos: El secreto del mal, 1998-2003). Editorial Alfaguara. 647 páginas

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