Arturo Belano vuelve a México. Ahora es un autor con algún reconocimiento. Es invitado frecuentemente a la Feria del Libro, todos los años desiste a último momento, pero esta vez decide ir. Es en Guadalajara. Antes de Guadalajara debe hacer tránsito en el DF. En el aeropuerto del DF decide no ir a Guadalajara, y en cambio hace un viaje de regreso a su juventud, cuando tenía el pelo largo, y vivía en el DF, y podía ver a Ulises. El apartamento donde vivió Ulises está vacío. Pero los vecinos de enfrente lo interpelan, y, al saber que Belano fue amigo de Ulises, lo invitan a entrar al apartamento de ellos, y le dicen quién fue Ulises para ellos. La obra de Ulises fue su vida «una sucesión de borracheras en las que fue dejando su impronta…»[2], y los que le hablan a Belano son sus discípulos «somos cada día más famosos, dicen, pero seguimos siendo rebeldes. La senda de Ulises Lima, dicen, las balas trazadoras de Ulises Lima, la poesía del más grande poeta mexicano»[3]. Y el final de esa frase, dentro de esa escena, creo yo, está el cuento: el contraste entre Belano yendo a la Feria del Libro a promocionar sus libros, frente a la vida de Ulises trazando el camino vital de rebeldía de una nueva generación: «muchachos mexicanos que lo miran desde las fotos o desde el infierno esgrimiendo sus guitarras eléctricas como si fueran armas o como si se estuvieran muriendo de frío[4]». Porque la poesía se parece más a la vida de Ulises muerto que a los libros publicados de Belano. Y Belano, ahora lo sabe, ha ido a rendir un homenaje, no solo a Ulises, sino a alguien que alguna vez también fue él.
[1] Cuentos Completos (2018, Cuentos Póstumos: El secreto del mal, 1998-2003). Editorial Alfaguara. 647 páginas
[2] Página 568
[3] Página 568
[4] Página 568

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