El cuaderno de Nacho, Marcel René Gutiérrez

Ediciones Alianza 4U

2024

155 páginas

Esta es una novela escolar en la que sucede algo que no debería ocurrir. Ese evento se vuelve la parte más importante de la formación de un grupo de compañeros de clase. Hay un cuento de Borges en el que se afirma que si lo sobrenatural ocurre dos veces deja de ser aterrador, en esta ficción de la vida real de Medellín los asesinatos y las bombas no dejan de pasar, y no dejan de aterrar, aunque se normalicen, como la música de fondo de una película en la que sucede todo lo que no debería.

El narrador de esta novela no vive lo que cuenta, lo vivió, y pasadas décadas desde esos eventos no los deja de vivir; vuelven a la conciencia y la memoria y se recrean como parte de la realidad actual. La ausencia de Nacho es la presencia más fuerte de este relato: para la ficción, para los lectores, para los personajes, para el narrador. Tal vez en Colombia, después de tantos años de conflicto, sabemos que no sabemos si los malos o los buenos existen en la realidad, porque las cosas siempre son más complejas que lo que parecen ser, pero esta novela, sin duda, está narrada desde el lado de los inocentes, no de las víctimas directas ni de los victimarios, como la mayoría de las ficciones que conocemos de esa época y esa violencia específica. Está contada desde el lado de las personas que soportaron una violencia de la que decidieron no hacer parte, aunque les llovieran las esquirlas, y esa fue su forma de resistir.

La voz narrativa, entonces, aunque hable del protagonista adolescente o adulto, es reflexiva y distante, representa una experiencia formativa, recrea la presencia de una ausencia y a partir de ahí una ficción. Después del asesinato, el recuerdo físico de Nacho es su cuaderno, y toda esta novela tiene esa atmósfera de cartilla escolar: en los eventos, en la forma de explicarlos, en las ilustraciones, y en la mirada del mundo de sus personajes.

Esta ficción también es un relato generacional. Reproduce como ruido de fondo los tiros y las bombas, las locuras de Higuita y el asesinato de Andrés Escobar, en el contexto en el que No nacimos pa’ semilla y Rodrigo D no futuro fueron también el testimonio de una generación. Después de varias décadas, esta novela se suma a las ficciones que recrean esa época, pero desde la actualidad, donde la mirada de ese conflicto es distinta, pero el conflicto transformado no deja de ocurrir, ni de aterrar.


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