Dos cuentos católicos, El gaucho insufrible, Roberto Bolaño

Libro: Cuentos completos

Editorial Alfaguara

647 páginas

Primera impresión en Colombia: 2018

No es un cuento fácil de leer. La enumeración, el eco del primer narrador, las referencias a los mártires, al franquismo y al cine, por ejemplo, parecen pistas falsas sobre lo que está pasando. Pero después de releerlo con atención creo que se trata de un encuentro entre el fanatismo y la locura, ese puente que los dos narradores pasan para encontrarse, perdidos, en el mismo lugar. «La vocación» es el título de la primera narración, en el que un joven de 17 años gordo y feo conversa con su mejor amigo acerca de esa necesidad de llenar la angustia existencial que siente que lo va a ahogar con algo, y ese algo, para el narrador, termina por ser la religión. «El azar» es el título de la segunda narración, y desarrolla el relato de un narrador de menos de 60 años que estuvo en un manicomio alguna vez, que se ha acostumbrado a pedir lo que le den en las iglesias y que después de ser echado de la última va a un cerro, se encuentra a un cura y a un niño en lo que parece un escenario de pedofilia y decide asesinarlos con un cuchillo a los dos, y después borrar sus huellas, y huir. Es en la huida del cura que la vocación y el azar se encuentran definitivamente, porque el segundo narrador se ha disfrazado de cura para borrar las huellas del asesinato y escapar; y el joven gordo, que se lo encuentra caminando descalzo en la nieve, traduce la situación de un monje aparentemente franciscano, en esos parajes, como una epifanía que resuelve su vocación hacia el sacerdocio. El primer narrador persigue lo que el cree que es su vocación religiosa, el segundo narrador (Vicente) persigue el azar; los dos se encuentran en la locura del disfraz de la fe católica.

Ese puente entre fanatismo y locura está construido con diferentes motivaciones en los dos personajes. En el primer narrador está la rabia y la desesperación de vivir con carencias en un pueblo chiquito del que todos se van, él también quiere un destino, y se lo termina fabricando a partir del contexto religioso y las narraciones salidas de la realidad de su tía Encarnación. En apariencia, sin embargo, el personaje intenta demostrar humildad, afabilidad, una falsa pureza católica que se agrieta en diferentes momentos, que se nota un poco más cuando decide ir solo al Cerro del Moro probablemente a buscar prostitutas, aunque nunca lo dice así, y es ahí donde se encuentra con un asesino que huye disfrazado de monje, y decide que esa es la señal que le faltaba para confirmar su destino. El segundo narrador, expaciente siquiátrico, con fe en Dios pero descreído de los hombres, está en el mismo pueblo pero tiene que huir, por algún crimen (tal vez por haberse volado del manicomio) lo busca el comisario Damián, su destino lo dictan las circunstancias, el azar, no su propia voluntad, en esa huida se encuentra al niño gordo que lo persigue, y le perdona la vida por considerarlo inofensivo para él, luego se va en cualquier tren rumbo a cualquier lugar. En el primero parece haber un camino de voluntad, en el segundo otro de azar, los dos personajes huyen hacia la locura y de la locura, y se encuentran, desde diferentes perspectivas, en el mismo lugar.

La numeración que va de 1 a 30 en los dos cuentos parece perseguirse aunque no se toca. Cuando en el 1 del primer fragmento se habla de la edad, en el segundo también se hace lo mismo. Cuando en el 4 del primer fragmento se siente mareos y ganas de vomitar, en el 4 del segundo fragmento se habla de locos amarrados en camas verticales para no ahogarse en su propio vómito…y así se establece una relación que coincide en casi todos los numerales, parecen referirse a los mismo desde perspectivas diferentes, y también parece que los dos narradores están locos, que los dos son religiosos y que los dos son tal vez el mismo, aunque al final se nos revele que no lo son. Los numerales terminan por enfatizar una relación entre la vocación, el azar y la locura.

Las referencias a los tres mártires también coinciden, San Vicente, Santa Bárbara, San Vito, todos torturados y asesinados en persecuciones injustas y muertes espeluznantes en épocas similares y a causa de la proclamación de su fe. Las referencias del cine enfatizan el contexto histórico, se desarrollan durante el franquismo. La repetición de la voz de Juanito en el primer fragmento cuando dice « ¡Y yo!, ¡y yo!» contribuyen a una atmósfera enrarecida a la vez de soledad y locura, que se sostiene durante todo el cuento.


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