Ilustración: Paula Carrillo A.
Hace veinte años que la casa está en proceso de extinción. Los vecinos saben qué sucedió. Dicen que allá solo viven los muertos, y a veces se escuchan gritos. Durante este tiempo yo he ignorado la voz, pero hoy voy a dormir ahí.
Entro armado con una linterna. A la medianoche, larga como una tortura, empiezan los chillidos, y yo busco la voz. Me defiendo como puedo, hasta caer dormido: en el sueño veo a mi papá, más joven que yo, como era cuando lo mataron; ese tesoro es el único recuerdo que todavía guardo de él.

¿o qué pensas vos?