Del libro Putas asesinas
Editorial Anagrama
Marzo 2010 (octava edición)
Escrito en 1999-2000
En este cuento las fotos son de poetas en lengua francesa después de 1945, Belano las observa, las critica, las inventa como si fueran personajes, perdido en una aldea africana de sol amarillo y suelo rojizo arcilloso. Gradualmente, la ficción que hacen sus palabras sobre ellas lo va reflejando a él, en otro tiempo, cuando era joven como la mayoría de esas fotos, cuando vivía en México y estaba dispuesto a cruzar un puente en llamas con los ojos cerrados como un guerrero sonámbulo, cuando para publicar un libro tenía que sudar sangre a diferencia de los poetas en lengua francesa de las fotos; esas imágenes, como un espejo de otro tiempo, que también anuncian un fin, hacen sentir a Belano la presencia de los zopilotes mexicanos en un lugar donde no deberían estar, porque «lo que uno sabe lo deja de saber», dice, y agradecido, con el libro en la mano, llora y sale a caminar hacia la dirección en que se pone el sol.
El narrador es una tercera persona con el foco en Belano, y a veces la voz propia de Belano se mezcla en un estilo indirecto libre con la del narrador. El efecto es el de la conciencia de la proximidad de la muerte (al final está el electrocardiograma y el encefalograma y durante el relato diferentes símbolos recuerdan el paso del tiempo y la presencia del fin), y de la memoria del personaje que reconoce una identidad y unas acciones, que ve en esas fotos su propio reflejo como una cartografía de su memoria, y agradece, solo y perdido, tal vez porque «una persona que dit l’amour puede perfectamente desaparecer a los treinta y ocho años, y más, mucho más».
¿o qué pensas vos?