El fin del océano pacífico, Tomás González

Editorial Seix Barral             

Cuarta edición 2021

p. 261

Tal vez esta novela sea sobre ese breve lapso de conciencia que es vivir. Esa historia, que es individual, en cada uno de sus instantes, es también una historia de la eternidad. La trama abre el tiempo con un sueño que resulta ser la premonición de un viaje, y el viaje que atraviesa la frontera del sueño a la realidad cierra el tiempo de todos cuando acaba también el del narrador. Durante el lapso en el que el narrador es consciente la historia se desarrolla entre Medellín y cerca de Bahía Solano. El océano pacífico es ahí un lugar fronterizo entre el presente y el pasado familiar. Y resulta en otra frontera más entre la realidad vivida y la imaginada, producto de la memoria y la medicación.

La forma se parece al contenido en la narración principal, a partir del flujo de conciencia se narra el flujo de la vida dentro del flujo de la identidad geográfica y familiar, acompañado de la inmensidad del agua que llena todo, desde el cielo hasta el fondo del cuerpo y el lecho del mar, donde todos parecen dormir y las ballenas volar.

Dentro de la narración de la identidad geográfica y familiar está la historia y la forma de ver el mundo, de construir la realidad. El médico que narra la historia principal llena todo de su forma lúdica y pragmática de ver la existencia, lo hace a través de frases que piensa solo por el placer de decirlas y despertar alguna reacción en su pareja, lo hace a través de la música y los nombres de las canciones y las personas que las cantan, lo hace a través de su forma tranquila de relacionarse con su familia inmediata y extendida y con los trabajadores que se vuelven parte de su círculo íntimo y con los visitantes que necesitan su diagnóstico aun cuando él no tenga las condiciones más óptimas para darlo.

De su mirada del mundo a mí me gusta el recordatorio de la existencia humana como la de cualquier otro ser vivo, otro animal, al que la inteligencia se le salió del control y quien, en esa falta de razón de la razón, de la que padece, termina por destruir lo que necesita para sobrevivir.