Editorial Angosta
2023
P. 306
Lo que importa es el personaje: Espinosa, el Economista, un profesor universitario convencido de que el mundo entero es susceptible de ser analizado mediante un modelo económico. Quizá lo sea para una máquina o para la eternidad, cuando se dispone de todo el tiempo y las herramientas para desmenuzar el pasado como si la impredecible e incalculable vida no estuviera sucediendo siempre en presente, siempre en diagonal, siempre por fuera de las insuficientes predicciones que puede hacer un humano. Espinosa, entonces, cree enfrentar el mundo de manera racional y moderada cuando se detiene a pensar en las pruebas capaces de demostrar qué es una correlación y qué una coincidencia en su vida cotidiana. El resultado es que la vida cotidiana es lo que le sucede sin que él se dé cuenta, sin que él sea capaz de estar del todo presente, sin que él sea capaz de entenderlo y menos aún explicarlo. Tras sus influencias provenientes de la teoría económica liberal sucede la depresión mal tratada de Espinosa, la frustración ante el rechazo y ante el reconocimiento de la insuficiencia de su capacidad en su disciplina, sucede la infidelidad de su esposa y su alcoholismo navegable, sucede la sanción social por sus discursos racistas, machistas (también clasistas, aunque no lo mencione), suceden cada una de esas cosas mientras Espinosa cree que los modelos económicos le permiten enfrentar cada uno de esos sucesos, sin darse cuenta de que es eso en realidad lo que lo separa del mundo, su mundo, y lo que alimenta sus sesgos. Lo que importa es el personaje, porque tiene un discurso, sólido en apariencia, que al enfrentarse a lo real resulta también en otra versión del Quijote. Importa también porque es un personaje, para mí, poco común en la literatura, contemporáneo, convencido de que sus teorías (las teorías de una burbuja que esconde una estructura de poder y clase bajo una apariencia de moderación y racionalidad) son una forma objetiva de estar en el mundo. Esos personajes existen, por montones, cada vez más, y tal vez no se habla lo suficiente de ellos como objetos de estudio.
La novela es excelente. Está escrita en tercera persona con el foco en el Economista como personaje principal. A veces ese narrador parece intervenir, cuando no sabe si decir indigente o habitante de calle, por ejemplo, tal vez porque a veces ese narrador en tercera se confunde con el Economista, que está escribiendo un libro en el que se mezcla la divulgación económica con la biografía. Los capítulos están divididos cronológica y estructuralmente en cuatro semestres académicos, y están escritos también, a veces, como capítulos de un libro de Economía. Dentro de su estructura se mezclan apartados del libro que escribe el Economista, correos a diferentes personas, viajes, escenas, diálogos. Es muy sugestivo, formalmente y para caracterizar al personaje, que los eventos que serían dramáticos y pasionales en la mayoría de las personas (encontrar a la esposa con un hombre sin ropa, un accidente que termina con un habitante de calle muerto y un carro en el río) y que ameritarían algún tipo de conflicto, aparecen en el libro apenas como indicios suficientes que casi no se comentan hasta después, cuando Espinosa los analiza en conversaciones desperdigadas con algunos colegas o amigos. En general es una novela muy bien escrita (a pesar de que necesita otra corrección de texto) porque mantiene la tensión alrededor de nada (¿o alrededor de todo?) durante casi 390 páginas que solo en breves ratos se sienten largas y monótonas. Además de esto la novela se siente auténtica, temática y formalmente, y tiene una presentación original, que remata con una biografía en la Nota final, en la que se les agradece a las influencias, donde la mayoría son economistas, y otros personajes caracterizados por su mirada analítica y teórica del mundo.
Puedo decir muchas cosas más, seguro, la novela amerita relecturas. Nuevas relaciones que señalen la comparación entre el pensamiento literario y el pensamiento económico, por ejemplo, ante la comparación entre la creación de un modelo o una fábula o un cuento. Relaciones que profundicen ese paralelo que surge a partir de la vida real y que al final, oculto o explícito, trae unas moralejas para el lector. Puedo decir muchas cosas más, pero con lo que dije, por ahora, es suficiente, como dice el Economista: lo que pasa al final con los personajes, en una novela, es lo menos interesante, lo que importa es la propuesta. Sucede lo mismo con este libro.
¿o qué pensas vos?