La vida privada de los árboles, Alejandro Zambra

Anagrama

2022 [Primera edición 2007]

110 p.

La vida privada de los árboles es el relato de algunas conjeturas de Julián sobre su vida familiar mientras espera. Y siento además que, dentro de esas conjeturas, lo que más pesa es la complicidad de un padrastro con su hijastra. Julián (el padrastro) espera durante una noche a que Verónica (la mamá) llegue, mientras tanto le cuenta historias sobre los árboles a Daniela (la hija) para que se duerma; y mientras lo hace recuerda y especula. Recuerda a su exnovia y a la mujer mayor que su exnovia cuida y que nunca presenta como su mamá. Recuerda que él juega a no tener vínculos permanentes con su anterior familia. Recuerda cómo conoció a Verónica y a Daniela y a Fernando (el papá de Daniela) y cómo empezó a hacer parte de una familia con Verónica y Daniela. Mientras espera Julián recuerda no solo el pasado sino el futuro de Daniela, un lugar lejano donde él quiere ser recordado y tal vez leído por ella pero no lo logra totalmente. En el epílogo Margarita García Robayo afirma que este es un libro que se ubica en un futuro desenraizado del presente, o sea en la conjetura, o sea que es un libro sobre la espera. A eso, que es cierto, yo podría agregarle que es un libro acerca de cultivar algo, porque dentro de esa espera hay también una relato sobre el cuidado, Julián intenta cuidar un bonsái que se le está muriendo, y que en algún momento usa como excusa para hablar con Verónica, Julián cuida a Daniela y quiere que ella piense en la belleza frágil de los árboles enfermos, y mientras lo hace recuerda a su exnovia y la relación de cuidado con esa mujer mayor que no quiso decir que era su madre, Julián se preocupa por Verónica a quien imagina un poco indefensa en una gran autopista oscura, Julián quiere, sobre todo, que ese cuidado signifique algo para Daniela, y que en el futuro ella lea el libro que no se sabe si él va a escribir, y lo recuerde. En todo caso, hay mucho movimiento escondido dentro de eso que creemos que espera, y se supone que los árboles esperan, pero eso es solo porque no sabemos ver su movimiento, porque en realidad están, como Julián y este libro, creciendo desde adentro.

En el epílogo Margarita García Robayo afirma que Alejandro Zambra, en este libro, escribe para llegar a un lugar que no está hecho de palabras, donde la trama y el tema no son lo más importante. Donde el narrador logra que aquello que está contando sea la línea bella de un contorno, y uno se entrega porque sabe/siente que en el fondo está la verdadera historia, bullendo contenida. Estoy de acuerdo en que las líneas de esta novela pesan más que su conjunto, en que está escrita con belleza y libertad, en que no se amarra a una fórmula, género o una forma tradicional de hacer literatura. Toda la literatura que me gusta se trata, para mí, de lo que tienen adentro las palabras, o sea de lo que no parecen palabras, de lo que no se puede nombrar pero es inevitable sentir, de lo que se siente auténtico o necesario cuando alguien intenta comunicar algo, y en este libro también está eso.


Descubre más desde Felipe Carrillo Alvear

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Comments

¿o qué pensas vos?