Muerde perra espléndida, Jorge Iván Agudelo

Editorial Alianza 4U

Primera edición 2023

138 págs.

Es extraño, pero yo creo que esta es una novela acerca de la frustración. Digo que es extraño porque en principio me pareció un eco de Glosa, de Saer [por algunas repeticiones de estilo y el intento del protagonista de recuperar un pasado perdido], después me pareció acerca de cierta dignidad intelectual y de clase de los protagonistas, después de la adicción, la violencia, el conflicto social, el deseo sexual, el esfuerzo estético, el sinsentido, de lo inútil del movimiento; para al final destapar que en el fondo de todo, y de los personajes, lo único que queda es la frustración, porque todo esfuerzo, concede, es vano: muerde siempre perra espléndida sobre todo ante el asalto de la promesa: el esfuerzo…

Aunque el relato presente sucede muchos años después, me llama la atención que lo más significativo de los personajes ocurre antes de terminar el liceo. Lo que pasa de ahí en adelante es una huida de la promesa incumplida, un dar vueltas sobre ningún lugar que para un personaje puede ser la adicción y para otro la ingeniería y la vida acomodada, caminos diferentes que llevan al mismo sitio: ninguno, el desencuentro. Pienso en la mesera que en una fantasía sexual el protagonista describe detalladamente, recuerdo que en esa fantasía la perra que el protagonista creía perdida vuelve a aparecer, y supongo que la promesa está ahí, en ese deseo, y ahí también está la resolución.

Pienso que el tránsito por la trama también es engañoso para el lector. Que aparenta irse a un lugar y termina en otro, y me parece que eso está bien, logra el efecto que viven los personajes.

El estilo, que en principio se parece al de Glosa por las frases largas y el exceso de incisos y de comas toma fuerza propia páginas después. Tal vez la literatura más comercial nos acostumbra a las frases cortas y simples con puntos seguidos (se asume que la facilidad y la transparencia está ahí, y esa es una queja de uno de los personajes). Este estilo es diferente, y es entretenido, solo requiere atención, leer con los cinco sentidos, para vivir y no para repasar. Para vivir y no para evadir.

La novela inicia con esta pregunta: ¿Qué es peor para un poeta, ser ciego o ser sordo? La respuesta obvia es decir que es peor ser ciego ¿no? Difícil para un poeta no poder leer, aunque exista el arquetipo Borges [«Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche»]. Sin embargo, quizá en estas páginas hay una alternativa: tal vez sea peor para un poeta no escuchar, en un sentido amplio, y no ser capaz de reconocer otras palabras diferentes a las que uno considera propias, ¿no? En fin, vale la pena regresar a la pregunta y la promesa, y releer.


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