Método fácil y rápido para ser poeta, Jaime Jaramillo Escobar

Ed. Luna Libros, 2011

Primera Ed. 2005, Universidad Eafit

263 p.

Tomo I

Este libro es un conjunto de preceptos acerca del oficio del poeta y algunos temas que lo rodean, dictado por Jaime Jaramillo Escobar. Igual a otros decálogos, y a los usuales consejos de los escritores consagrados sobre los principiantes, atender o controvertir las recomendaciones depende de los criterios y las motivaciones de cada oyente o lector. Las reglas de oro no existen, pero leer reglas de oro sirve para irse creando las propias reglas que ni siquiera quien las crea tiende a sostener. En el capítulo acerca del «Poeta y la infancia» Jaramillo comenta un poema de Drummon de Andrade, en el que critica que Drummon incurra en «la vieja manía de las prohibiciones: no hagas esto ni lo de más allá». Sin embargo gran parte de este libro es un conjunto de prohibiciones: no añadas epígrafes, ni epílogos, no pidas prólogos, no te dediques a las rimas o a las estructuras rígidas, no escribas con horario de oficinista, no busques temas, no confíes en ti como tu propio lector pero no hagas esto si no crees ciegamente en ti. De todos modos, esa suma de prohibiciones es un compendio de la mirada poética de Jaramillo, que sobre todo invita a la autenticidad (tener algo qué decir en una voz que parezca propia aunque esté alimentada de todas las anteriores), y a la búsqueda de un efecto (una sensación en el lector). Yo espero ser capaz de recordar varias de las reglas de oro que leí aquí como si me las hubiese inventado yo.

Aún si por cualquier razón uno controvierte todo el contenido del libro, vale la pena leerlo solo por la voz de Jaramillo, que se parece al título que eligió (Método fácil y rápido para ser poeta) por lo irónico, humorístico y por esa apariencia de picardía y novedad que siempre tiene su voz.  Y aún si uno rechaza el estilo, vale la pena leerlo por los preceptos de otros autores que Jaramillo selecciona para multiplicarse.

Si intento recordar ahora cuáles son los preceptos que mejor quiero guardar pienso en la sugerencia de escribir místicamente (no religiosamente), o sea escribir por admiración y compenetración con un misterio; de rescatar más el efecto que las formas; y por el intento de transar mediante la lectura y la escritura con todo lo que nos hiere.


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