El niño al que se le murió el amigo, Ana María Matute

Publicado en el libro de relatos Los niños tontos, 1956.

Este microcuento de Ana María Matute, de no más de tres párrafos de extensión, se puede encontrar y leer rápido en internet.

Relata el tránsito de un personaje entre la infancia y la adultez, pero lo que hay dentro de ese tránsito es algo oscuro. Es una resignación. Para el personaje del cuento aceptar la realidad adulta es renunciar, de manera involuntaria y adversa, a la inocencia de lo que no funciona, como los juguetes, la permanencia de las cosas, la vida, o la amistad.

Fijar esa inocencia de la infancia en contraste con esa dureza de la adultez en una escena y en un mecanismo narrativo breve, como se logra aquí con tanta potencia, es un mérito enorme de este microrrelato. Para lograr ese efecto la narración, en el lapso de un solo día (una larga mañana y una larga noche hasta el otro amanecer), concentra la historia en un evento no explicado, y luego en la revelación que sufre el personaje y que lo hace crecer, frente a la distante mirada de su mamá. Me parece muy lúcida y luminosa esa forma de utilizar la compresión de los elementos fundamentales de un cuento clásico para crear una escena potente y significativa, y con ello, señalar la oscuridad que a veces esconde el tránsito por la vida.

Hace años escribí un cuento mucho más largo, llamado Todos los amigos son imaginarios, que para mí, en muchas partes, dice lo mismo que este microcuento dice con tanta eficacia y brevedad.


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