VIII Premio Nacional La Cueva: La cosa nuestra y otros cuentos

Libro: VIII Premio Nacional La Cueva: La cosa nuestra y otros cuentos (2019)

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Este libro es la colección de los 25 cuentos finalistas del año 2019 del Premio Nacional La Cueva. El ganador fue La cosa nuestra, de Ricardo Dávila. Segundo Lugar Sin novedad en marte, de Fabián Vuelvas. El tercer lugar fue Doméstica, de Harold Kremer. Hubo dos menciones de honor. Luego veinte finalistas. Tengo el libro porque en ese concurso quedé en octavo lugar, con un cuento llamado Maduración y comportamiento de la pepita de guayaba. Los jurados, que eligieron entre la selección final de cien cuentos, fueron: Fanny Buitrago, David Lara, Juan Diego Mejía.

Después de participar y perder mucho y todavía no ganar ninguno, me parece que los concursos son chistosos. Tienen mucho de mérito y trabajo, pero también mucho de lotería. Después de ser aficionado al fútbol durante muchos años me parece que la palabra “mejor” es chistosa. No siempre gana el mejor, pero el mejor siempre es el que gana. En la literatura la competencia importa aún menos, y ser mejor o peor es aún más subjetivo, más chistoso. Los concursos sirven de filtros legitimadores: como a todos los que nos gusta leer no podemos leer todas las cosas entonces leemos lo que nos encontramos por accidente o lo que algo o alguien nos recomienda. Los concursos son una recomendación, solo eso, lo demás es subjetivo. Nadie sabe de verdad nada, pero no todo es lo mismo. Con la experiencia y el esfuerzo vamos formando nuestros propios criterios, y con ese material juzgamos, supongo.

Al comenzar el libro hay un prólogo breve, firmado por David Lara Ramos, titulado La confrontación de las estéticas. En ese prólogo se rescata, como virtud del concurso, la selección de estéticas muy diferentes. Entre cosas muy diferentes es más difícil juzgar si algo es mejor o peor. Para los lectores desprejuiciados y atentos, en cambio, es mucho mejor encontrar diferencias, porque cada diferencia implica una realidad, otra mirada de la vida, y la vida real es compleja. Eso fue también lo que yo sentí después de leerme los cuentos completos. Sentí que me había pasado algo mucho más pesado, pero también más memorable, que muchas de las novelas solas y gruesas que me he leído.

Si los concursos son solo una recomendación y cada recomendación depende de la subjetividad y las circunstancias de quien las hace, es normal que después de leerlo yo tenga una escala de recomendaciones diferente a la que hicieron los jurados. Para jugar a comentar un poquito este libro voy a hacer yo también mi podio de veintitrés cuentos. De la lista amplia de veinticinco voy a excluir dos, el mío y otro más, llamado Mi corazón late en una caja, de Sebastián Gaviria. Este último también por cercanía. Conozco al autor y lo que hace desde hace rato, es muy bueno y tiene ya varias recomendaciones ganadas, de jurados que sí pueden intentar ser objetivos.

Los concursos son chistosos. Supe por ejemplo de otro cuento que participó en este concurso y no clasificó a esa lista. Yo lo hubiera puesto entre los primeros.

Antes de hacer la lista:

Mi corazón late en una caja (de Sebastián Gaviria) para mí es un relato acerca de una despedida enrarecida. El narrador es un tercero en una relación que ya se acabó: es el pasajero de la silla de atrás que ahora se pone los zapatos y el traje del personaje de Juan Erre (el que ya se fue) para estar con Natalia (el personaje que está justo enfrente durante toda la narración). Por el lenguaje y las escenas, cada que leo este cuento siento que no sé hacia dónde va, aunque todo tenga sentido (como en los sueños). La primera frase dice: «Sí, la tengo enfrente y se toca la punta del pelo como si fueran duraznos». Eso es raro ¿no? Tocarse la punta del pelo como si fueran duraznos, eso es raro y es falso y es real, pero también es sensorial, estético, es una excelente imagen para detonar la narración. El resto del texto se mantiene así, con el narrador invitándonos a ver una escena extraña en la que él también es un invitado y un participante. El lenguaje, la escenografía y el ritmo me impresionan y me atrapan. Varias veces se mencionan los sueños: las pesadillas, los atrapasueños, la narración de alguna de ellas. Esa es la atmósfera del relato, que sucede en la vigilia, pero con personajes que dicen cosas raras, cosas como: «jamás me pondré fría porque mi corazón late en una caja», frases que de todas formas tienen sentido dentro del relato. De este cuento me gusta mucho la estética depurada (el cuidado del lenguaje y los detalles) y original (la forma poco común para nombrar lo frecuente).

Maduración y comportamiento de la pepita de guayaba es un cuento que podría ser clasificado como experimental porque puede dar la impresión de que no desarrolla una historia, además de que utiliza recursos poco habituales (una imitación del glíglico de Cortázar y una sonoridad del lenguaje que a veces parece remplazar la narración). Para mí sin embargo es un cuento erótico con una historia simple: el narrador está enamorado de una amiga desde que son niños, pero ella no le corresponde, y él habla con su mejor amigo de cómo se siente, pero su amigo es pragmático y trata de explicarle las mujeres de una forma técnica, sin que el narrador sea capaz de escapar de lo que siente. Lo erótico está en el intento de hacer que el lenguaje evoque toda esa experiencia de placer estético que es estar enamorado por muchos años de alguien que no siente nada parecido a eso, lo confuso está en buscar complicidad en un amigo que no cree en lo mismo. En el intento por crear esa experiencia se atraviesan en el cuento poemas de Jaime Jaramillo y León de Greiff, y burlas ingenuas a Rilke, por ejemplo. El resultado es un texto poco común, y tal vez por eso difícil de entender. Aunque yo quisiera que funcionara sin esa necesidad. Que se sienta, que no se piense, y que al final «después de tanta palabrería en la boca [lo único que quede sea] ese sabor dulzón de la pepita de guayaba que sigue madurando después de caída al suelo».

Ahora sí la lista, injusta como siempre: 23. Cecilia Arcana; 22. El nacimiento de las ruinas; 21. Cuando todos se hayan ido; 20. Caracoles de colores; 19. Me miró, mijo me miró. 18. ¿Qué hiciste del amor que me juraste?; 17. Mr. Blues; 16. Las arañas; 15. Desertar del juego; 14. La inaceptable muerte de Aaron Saieh; 13. La hilera; 12. La chocolatina; 11. El último domingo; 10. Sombra en la ventana; 9. Maggie se muere de risa; 8. Todo o nada; 7. Guapa; 6. Pan de sal; 5. Doméstica; 4. La cosa nuestra.

3. Sin novedad en marte, de Fabián Vuelvas, me pareció un cuento muy original tanto en contenido temático como en la elaboración de la trama y los personajes. Para mí, es un texto acerca de un grupo de personajes que tienen como excusa la búsqueda extraterrestre, pero que están tan inmersos dentro de su propio mundo que no alcanzan ni siquiera a percibir su realidad inmediata. Eso hace que terminen por dibujar una realidad un poco absurda. Llena de una vida real que ya parece extraterrestre.

2. Vas a tirar una piedrita a ver si estoy y no sé si salga, de Cindy Yulieth, me pareció un cuento intenso y muy bien hecho. Con una temática que estoy poco a acostumbrado a leer: la primera experiencia inocente y sexual de una niña por otra. Este cuento logró llevarme con mucha eficacia por una experiencia intensa y sorpresiva, en la que el final llega también como una revelación. Los detalles de la trama están muy bien elegidos y depurados, para lograr el suspenso y la intensidad. La obsesión de la narradora con la limpieza, y el secretismo de la vida íntima, aún en la inocencia de dos niñas, me pareció muy bien retratado.

1. Amores dementes, de Viviana Paola Vanegas Fernández, me pareció un cuento que en la elaboración de la trama, los personajes y los recursos que utiliza es muy contemporáneo, humorístico y efectivo para señalar lo absurdo de la realidad. Esa realidad a la que intentamos darle sentido con nuestras obsesiones. O con las que al menos intentamos matar el tiempo, que no logramos entender, aunque nos matemos en el intento.  

Una vez hecha esta escalera injusta, creo que tal vez puedo ver algunos de mis criterios para juzgarlos. Los cuentos de la parte de arriba están ahí porque no le creí del todo a la honestidad del narrador (herméticos o artificiosos), y porque no me parece que su elaboración los salve. Luego hay un grupo de cuentos más tradicionales (kafkianos o borgianos, por ejemplo) que no logran salirse del todo del lugar común. Hay otros dos que se dañan en el párrafo final. Luego hay otros que son muy interesantes por lo ingeniosos: artilugios originales para crear suspenso, me parecieron muy buenos, pero se quedan más cerca del juguete emocionante que del significado. Casi en la parte de debajo de la lista hay unos que me asombraron mucho por el oficio con que están hechos, la credibilidad y profundidad de las tramas y los personajes, y las estéticas que utilizan para desarrollarlo. Pero los que están en la base de la tabla son los que me parecieron más originales y a la vez más efectivos. Los que logran desarrollar una estética poco común que está en relación con un contenido temático significativo pero original también: cuentos que coinciden en señalar lo humorístico y lo absurdo de la realidad cotidiana.   


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