Libro: Obras completas II (597 págs)
Editorial: Emecé
Tercera reimpresión en Colombia, 2008
Este ensayo hace parte de un libro publicado inicialmente en 1952, llamado Otras inquisiciones.
Este ensayo es una refutación de una teoría de J.W Dunne, que confunde el tiempo con una cuarta dimensión espacial; y a partir de ahí confunde la eternidad con una imagen en la que confluyen el pasado y el futuro como si fueran una proyección de un punto inicial. Dunne afirma que la consciencia de la existencia requiere de otra consciencia que tenga conocimiento de la primera, y luego una tercera de la segunda, y así hasta el infinito.
Para desarrollar este tema Borges profundiza en este ensayo una nota aclaratoria. Junto a los argumentos contra la teoría de Dunne están las referencias que sostienen la aclaración. Al final hay un giro emotivo, que defiende el valor ficcional y estético de una teoría errada: «Dunne asegura que en la muerte aprenderemos el manejo feliz de la eternidad. Recobraremos todos los instantes de nuestra vida y los combinaremos como nos plazca. Dios y nuestros amigos y Shakespeare colaboraran con nosotros».
En lo personal el ensayo me parece un detonante bellísimo, pero muy complejo para mí. Me queda la sensación de que para explicármelo estoy sobre simplificando de forma equivocada. Sin embargo, esta equivocación mía me sirve para pensar en el misterio que es el tiempo, y su diferencia con la espacialidad (que nos parece menos misteriosa porque la consideramos más física que abstracta). También me sirve para pensar en la existencia como una forma del tiempo. En ese misterio que es existir, y más aún, de creer que existimos, de creer que somos conscientes de eso. A Borges, el error de J.W. Dunne, también le sirve como detonante estético.
¿o qué pensas vos?