Editorial: Norma
Primera edición abril 2003
254p.
En esta novela se contraponen dos realidades. A veces conviven, a veces una de ellas desmiente a la otra. La primera realidad es la teoría de la revolución que unos universitarios quieren llevar a la práctica. La segunda realidad, que tiene más peso para el narrador, es la responsabilidad inmediata con la familia y el peso del afecto por el amigoamigazo que es el hermano menor y que tiene una discapacidad cognitiva. Cada uno de estos enfrentamientos con su vida son para el narrador (Juanchito) una carga y un compromiso entre los que le cuesta decidirse. El primer compromiso es social, pero al narrador le parece a veces demasiado abstracto y hasta falso, hecho de ideas de libros extranjeros que algunas personas utilizan con comodidad para levantar su índice, juzgar a los demás y obtener de ahí una posición social, ese es el índice de Mao. El segundo compromiso es inmediato y afectivo. Es la responsabilidad con el hermano, con la hermana y la mamá, es la preocupación también por el papá, es el intento por desenmarañar su vida cotidiana, el enamoramiento por una compañera llamada Claudia, la amistad con su amigo (el Mono) que abandona a su familia en el campo para dedicarse a la revolución en la ciudad y después la revolución lo manda al campo otra vez. Es un contraste intenso para el narrador y su círculo cercano, un camino lleno de picos ásperos y dolorosos. Lo va a recorrer como estudiante de economía en la Universidad de Antioquia, mientras decide quién es y qué hacer con esas cargas que lo tallan y que por afecto no puede abandonar.
El estilo narrativo es el de la precisión y la intensidad emotiva. Es una historia larga (porque tiene mucho sucesos) pero se hace corta (por la claridad para contar, la precisión del lenguaje y la intensidad de los eventos significativos). Tiene dos narraciones que se superponen capítulo a capítulo. Una en primera persona en la que el narrador desarrolla su paso por la universidad con ese círculo de amigos metidos en los grupos de la teoría de la revolución. Otra en segunda persona que se dirige al hermano, al Gordo, y que a través de esa relación narra al resto de la familia y al entorno y la transformación obligada de todos.
Qué difícil lograr esa mezcla de precisión e intensidad. Qué difícil lograr que algo elaborado y complejo sea vea limpio y sencillo, como en esta novela. Esa narración paso a paso. Esa forma de ir cargando al lenguaje de sentido con la repetición de palabras como amigoamigazo, o un erre eme de ele a eme, lo de Buda y la ceguera de la fe, la comparación de Mao y Rosmira.
También está el entrelazamiento de historias que se desarrollan en paralelo y se repiten y aumentan el alcance del significado, como la de George y Lennie que está en De ratones y hombres.
A mí me cuesta no leer lento, mientras desmenuzo lo que pasa. Esta vez fue diferente. Hace tiempo no me enganchaba así con una historia. La sentí más real que estética, aunque tenga toda la estética ahí. Me noqueó más de una vez, a ratos me producía rabia, a ratos risa y a ratos ganas de llorar. Después de cada página sentía más curiosidad y necesidad de leer.
Ya me había gustado mucho el cuento «Tierras ajenas» que está en Sobrevivientes y que narra una parte de esta historia, o que esta historia profundiza.
¿o qué pensas vos?