El gallo de oro, Juan Rulfo

Libro: Juan Rulfo Obra Reunida

Editorial: Eterna Cadencia

Reimpresión, 2017

334 páginas

El gallo de oro se terminó de escribir en 1958, pero se publicó por primera vez en 1980.

En esta novela de Rulfo el gallo de oro es la única esperanza de alguien que no tiene ya nada que perder, es la fortuna, el azar salvaje: «Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida…Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo, la dono en usufructo, o la regalo…», como dicen esos versos escritos por León de Greiff, en la voz de Sergio Stepansky.

Dionisio Pinzón (el personaje principal) se encuentra tres gallos de oro en su vida, que se resumen en uno: un gallo dorado que logra salvar milagrosamente de morir y luego manda a las peleas, un camaján resabiado en los juegos de azar (llamado Lorenzo Benavides) que lo elige para ser su socio, y una mujer fuerte y rebelde, que con su sola presencia cambia la fortuna de los hombres que elige, a la que llaman la Caponera.

La novela narra el viaje de Dionisio Pinzón, desde su desesperación y su escasez hasta el encuentro con la fortuna (con la que se obsesiona) y que por un tiempo logra darle felicidad. Sin embargo esa fortuna también lo enloquece y termina por quitarle absolutamente todo con la misma velocidad con la que pareció entregárselo.

Esa fortuna, más que las riquezas materiales que obtiene y la transformación de su vida, está representada en la Caponera (Bernarda Cutiño), una mujer fuerte, atractiva y rebelde que algunos hombres, acostumbrados a imponer su voluntad por la fuerza, creen que pueden poseer. Una fortuna y una mujer que los mastica y los escupe sin que se den cuenta, como si fuera un animal salvaje.

En comparación con los otros libros de Rulfo este tiene una técnica muy simple, su narración es en tercera persona y cronológica, su temática se desarrolla con una sencillez de fábula. Los personajes son transparentes y algunas de sus escenas rayan en lo melodramático, a veces parece más una telenovela. De esa simpleza no se salva tampoco el lenguaje, tan intenso y cargado de brillo estético en El llano en llamas y Pedro Páramo. El conflicto central narra (como en las otras obras) la muerte y la desesperación en un contexto árido y salvaje, sin embargo ahora es menos desgarrador. Dentro de lo violento que es el destino de sus personajes estas heridas duelen menos, tal vez porque hay menos complejidad y peso en ellos, tal vez porque el destino de sus personajes es brutal y azaroso pero parece justo, porque la vida parece haberle dado una oportunidad a cada uno de ellos.


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