Tema del traidor y del héroe (Ficciones), Jorge Luis Borges

Libro: Obras completas I

Editorial: Emecé

Tercera reimpresión en Colombia, 2008

Este cuento hace parte de un libro publicado inicialmente en 1944, llamado Ficciones. Se subdivide en dos partes: El jardín de senderos que se bifurcan (1941) y Artificios (1944). Tema del traidor y del héroe es el tercer cuento de la segunda parte. Fue publicado por primera vez en el número 112 de la revista Sur (febrero de 1944).

En este cuento es la ficción la que influencia la realidad histórica.  Es un cuento sobre un conspirador llamado Fergus Kilpatrick, pero que se podría llamar de cualquier forma porque su historia se repite no solo en la realidad sino en la ficción (ahí hay un segundo tema: el tiempo como una repetición circular de un mismo evento con ligeras variaciones). Para desarrollar la trama el cuento se presenta con ambigüedad, el traidor y el héroe son el mismo, aquí hay una confusión conspirativa deliberada (un tercer tema del cuento). Al final, toda esta conspiración ficcional sirve para justificar a un grupo de personas que durante varias generaciones esconden un secreto, ese secreto es necesario para proteger la realidad histórica, la necesidad de la revolución inspirada en la ficción. Esa es la estructura de laberinto breve que soy capaz de ver en este cuento de Borges.

Estoy seguro de que tiene más pasillos que no veo, más secretos que ignoro, pero estos son los que yo logro identificar (tal vez los más superficiales y falsos).

Pienso en dos eventos tal vez muy generales en los que esto ha sucedido como Borges sugiere: uno es el cristianismo, que necesitó la historia mitológica de Jesús para desencadenar su revolución. Jesús fue un conspirador, ya sabía desde antes lo que tenía que hacer (morir en la cruz), y lo hizo para servir de símbolo a una religión que cambió la historia de la humanidad. Pero tal vez Jesús no existió, y tal vez sus palabras fueron falseadas a partir de otras leyendas para generar los efectos necesarios en los oyentes. Luego, el cristianismo es (podría ser) una influencia de la ficción en la realidad histórica. Otro evento más local es el que se conoce en Colombia como el florero de Llorente, un evento en el que, para impulsar el descontento que ya se anticipaba en la atmósfera y en otros hechos menores, un grupo de personas escenificaron un desacuerdo que terminó en revuelta y que impulsó también la revolución y la independencia. O eso es lo que dicen los libros generales de historia colombiana. Tal vez la realidad real es una ficción creada por otra, es el laberinto del espejo que Borges repite en sus textos con frecuencia.

La estrategia narrativa se desarrolla primero como una sugerencia de una historia, como una historia incompleta (el cuento tiene la palabra Tema desde el inicio, como si fuera solo una provocación).

Luego, en otro de esos ejercicios estructurales que repite Borges, el cuento tiene una forma similar a las de Las mil y una noches. Esto es: un narrador que abre la posibilidad de una historia que abre la posibilidad de otra que a su vez abre otra, en un juego que se podría repetir hasta el infinito, circularmente, como la ficción y la realidad histórica.

Antes he escuchado definir un texto de ficción como algo bien o mal logrado, y ese calificativo que durante un tiempo me pareció vacío y pretencioso me parece que, con el tiempo, va tomando forma para mí. Este cuento de Borges está bien logrado para mí, por ejemplo, porque cumple muchísimos propósitos en el lector, plantea diferentes temas, le funciona la estructura narrativa, cuida sus detalles al máximo, lo que no solo lo hace verosímil sino que amplía las posibilidades de multiplicar sus diferentes lecturas. A mí por ejemplo me gusta y me confunde a la vez que el conspirador principal sea el presidente de la revolución, que ordene una investigación contra el espía dentro de la conspiración que entorpece la revolución, que esa investigación resulte demostrando que el presidente es el culpable, y que entonces se trame un homicidio histórico, con el consentimiento del conspirador traidor, para que la revolución triunfe. Es un argumento enmarañado que al menos a mí me funciona para creer que la historia encierra otra y otra más, para no saber si el conspirador es un traidor o un héroe, aunque el narrador concluya que es un traidor. Es un texto bien logrado porque funde su contenido con su estructura, y porque se puede leer desde un montón de perspectivas, sin perder su efecto, como un artefacto mágico, o un espejo de múltiples caras que apuntan a sí mismas.


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