Libro: Juan Rulfo Obra Reunida
Editorial: Eterna Cadencia
Reimpresión, 2017
334 páginas
El llano en llamas fue publicado por primera vez en 1953. Este es el onceavo cuento de ese libro.
Por sus quejas durante la marcha y la falta de urgencia y tesón que sí tienen sus tíos asumo que Feliciano Ruelas estaba marchando a unirse a un conflicto que no siente del todo propio, una guerra a la que no está tan interesado en llegar. Lo asumo por eso y porque el título es irónico, pues la noche que su tíos dejan solo a Feliciano lo que parece una condena resulta en una salvación ¿Una salvación de qué? De la muerte inmediata (es seguro), de seguir cargando con esa guerra (tal vez). Dejar solo a Feliciano es dejar de ponerle un peso encima que no quiere cargar.
El relato es muy breve e intercala la voz de Feliciano con la de un narrador en tercera persona. Como en otros cuentos de Rulfo, la obligación de armar el contexto y la situación completa recae en el lector a partir de una voz que no nos dice más que lo que va sucediendo en ese momento. Podemos ver así un desarrollo tradicional: en el inicio Feliciano marcha a regañadientes y sin ser capaz de aguantar las ganas de dormir. En el medio Feliciano se queda dormido y sus otros dos acompañantes lo dejan solo porque se van a completar su misión. En la resolución vemos cómo Feliciano llega tarde, corriendo, afanado, y primero logra ver a sus tíos (Tanis y Librado) colgados de un árbol; después escucha a unos soldados hablando acerca de cómo lo están esperando a él, a Feliciano, para colgarlo también, de la misma forma que han hecho con muchos guerrilleros cristeros que habían intentado reunirse ahí.
Ya sin sus tíos y sin esa esperanza de la revolución, Feliciano huye para salvarse él.
¿o qué pensas vos?