Comentario: Sangre española (El simple arte de matar), Raymond Chandler

Libro: El simple arte de matar

337 páginas

Sí entiendo, al leer textos como este, por qué Raymond Chandler se convirtió en un referente de la literatura negra o de crímenes en su momento. Este cuento me pareció muy largo, aunque en extensión no lo es mucho. Cuando superé la mitad estaba muy aburrido y pensé que no lo iba a terminar, hice un esfuerzo adicional y cuando llegué a las últimas cuatro páginas no me arrepentí de hacerlo. Sobre una trama de políticos criminales, matones, detectives y mujeres aparentemente indefensas el narrador le da más de dos giros a una historia bien amarrada, lo que la hace interesante. El tema es la atmósfera. La corrupción y la mezquindad de la sociedad, de los políticos, de la policía, de la gente. Se nota el oficio del autor en todo momento, los detalles de los escenarios, los lugares y los personajes, la trama muy bien hecha y muy bien dispuesta para mantener constantemente el suspenso. Bueno, los diálogos sí me parecieron postizos, y los personajes, actualmente, son un lugar común, pero en el fondo, si ignoramos cómo ha envejecido el artificio de un género lleno de imitadores, la historia no es mala, y se entiende qué es lo que hace Chandler en ella.

En el ensayo que encabeza este compendio de relatos Chandler critica que el género de detectives, aunque esté bien hecho, termina por ser un dispositivo lógico que no refleja los conflictos reales de la sociedad. Es por eso que premia la evolución de ese artificio hasta llegar  a la literatura negra, sin embargo ese mecanismo se ve también ahora mal envejecido. No refleja a la sociedad tampoco; sus personajes, sus situaciones, sus diálogos, parecen de caricatura, o sea que son muy simples y no muestran conflictos auténticos. Eso no es culpa de la elaboración de estos relatos en su época, cuando sí debieron lograr el efecto buscado. Es culpa tal vez del cambio de la sociedad y de la repetición del género.

Actualmente, lo dije en otro comentario, casi no hay héroes, ni siquiera antihéroes, casi no hay protagonistas, lo que hay es crímenes y narradores que los señalan en sus narraciones, donde a veces profundizan, desde diferentes perspectivas, los motivos que llevan a los personajes a cometerlos.


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