Editorial Angosta, enero de 2019, segunda edición.
195 páginas.
Como en el cuento de «Tres jardines», de nuevo tres generaciones, desde el abuelo al hijo, se unen por un símbolo, la calva de los dos primeros y la amenaza de ella sobre el último, que es el narrador.
La apariencia idéntica del abuelo al padre, que además del aspecto comparten el nombre, se convierte en un anuncio vergonzoso sobre el hijo, al que el padre le quiere heredar orgullosamente la misma identidad y la misma memoria de él («como la corona de un rey»). El narrador tiene una relación mezclada de rechazo y cariño por esa imagen. Y al final del cuento, cuando el padre muere, y también el padre siente una vergüenza tal vez enseñada por el hijo por esa calva, el hijo trata de ponerse, ahora sí, del lado correcto, del lado del padre.
Es un buen cuento. La narración es simple en apariencia pero metafórica y profunda, si uno la lee detenidamente. Tiene mucho humor, es directo, el narrador se sostiene en la mayoría de los cuentos al menos en el nombre. Siento que el recurso para contar historias se repite, aunque todavía no me cansa, todavía no siento el tedio.
Es sobre todo esa última palabra y ese tema en el libro el que me llama la atención. Hay una frase al final de este cuento que me sirve de punto de partida «Esa idea vino a mí en medio del tedio de la muerte, que era aquel velorio, y me espantó mucho más que el miedo infantil a la calva de papá». Mi problema es que en los seis cuentos hasta ahora leídos yo no siento el tedio. No siento un malestar o un fastidio provocado por la falta de interés por algo, no siento un aburrimiento o estado de desánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa. No siento eso y por eso no entiendo ese tema. El tedio a veces mencionado en los cuentos es apenas una apariencia, porque lo que yo sí veo en los narradores de estos cuentos es una preocupación permanente por la familia. Es un malestar a causa de la memoria y las emociones de la familia que el narrador se carga. Es una actitud pasiva, pero no por eso indiferente. Me parece, al contrario, una preocupación activa, que intenta resolverse o diluirse de alguna forma, y por eso estos cuentos. Hasta ahora, para mí, ninguno de estos cuentos es acerca del tedio, ni tampoco lo provoca, aunque se lo nombre y se lo invoque, reiteradamente.
¿o qué pensas vos?