Crimen y control social: Enfoques desde la literatura

Gustavo Forero Quintero (editor académico)

Universidad de Antioquia, 2012

145 páginas

Introducción: este libro compila algunos ensayos y entrevistas alrededor de la relación entre el crimen y el control social. Mientras el crimen responde a la definición de unas leyes construidas a partir de razones políticas el control social en cambio se ejecuta como una reacción a los límites reales que se establece en una sociedad.

En esta definición queda claro, tácitamente, que no todo control social se dirige a un crimen. El control social se desarrolla alrededor de la contingencia entre libertad y autoridad.

La literatura es, en este contexto, una herramienta ideal para abordar el conflicto planteado, «la historia de la literatura es justamente la historia del hombre enfrentado al mundo que se le muestra como adverso» (14) afirma Forero en la introducción, y remata «el tema de la literatura universal es el fracaso de los valores esenciales de un hombre frente a los principios vigentes de su cultura» (14). Ese el conflicto primordial que se analiza en este libro.

La colección de ensayos y entrevistas presentada aquí aborda ese problema desde la literatura, condensada en el género de novela de crímenes, que es como nombra el editor la vertiente actual, especialmente latinoamericana. Vertiente que se caracteriza por su desarrollo en territorios anómicos, en los que, a diferencia del modelo europeo o norteamericano, no se encuentra una restitución del sistema establecido y racional de la justicia, sino que se halla más injusticia, o vacío.

El libro está separado en varios apartados que presentan una oposición de valores, así: Autoridad y libertad, Obediencia e impunidad, Delincuencia y sanción y Hacia la definición de un género.

Autoridad y sanción

Cárcel y libertad. Entrevista de Pablo Montoya Campuzano a José Libardo Porras: en esta entrevista Montoya y Porras reflexionan sobre el control social y el crimen desde la obra de José Libardo Porras, que elaboró un libro de cuentos a partir de un trabajo de campo sobre la vida dentro de la cárcel de Bellavista. En la entrevista se destacan varios puntos, el primero es que la experiencia del preso no se puede abordar desde afuera, y que, al enfrentarse desde adentro, desde el preso, salir es imposible, o improbable (33). El que sale de la cárcel se queda con ella adentro, afirma Porras.

El segundo aspecto es el control social dentro de la cárcel, que extrañamente, es más riguroso que el de la vida real, y no es impartido por la autoridad Estatal. Este control social dentro de la cárcel obedece a un sistema muy primitivo y jerárquico donde cualquier diferencia externa (el color de la piel, el acento, el tipo de delito cometido) clasifica a un individuo y lo obliga a pertenecer a un grupo para poder soportar y sobrevivir al presidio. También lo obliga a obedecer unas reglas internas so pena de sanciones severas que incluyen cualquier forma de violencia.

En tercer lugar el sistema normativo cerrado de la cárcel subvierte el modelo de bien o mal que está escrito para los de afuera. Dentro de la cárcel no se juzga por la cantidad o tipo de crímenes cometidos (salvo los violadores o abusadores de menores) (34).  El bien o el mal, según la normatividad externa, desaparecen, y es reemplazada por unas normas de conducta internas que, al ser incumplidas, acarrean sanciones de tipo físico, más que un juicio moral.

Un cuarto punto es la influencia del narcotráfico en la sociedad. Que aunque al hacer su aparición creó la ilusión de un universo alcanzable (el de los ricos y poderosos para los marginados), eventualmente resultó en una condena y una efervescencia que reemplazaba un orden por otro, igual  o más injusto que el anterior.

El quinto aspecto y la conclusión, consiste en que la literatura sirve para indagar sobre el crimen y el criminal de una forma más profunda, reflexiva, compleja y contrastada que el realizado por ciertas producciones audiovisuales que, por intereses comerciales, tienden a mostrar la figura del criminal (se da el ejemplo de Pablo Escobar (39)) como una especie de héroe o semidiós.

Poetizar, un crimen: Entre el desajuste mental y el orden establecido, Selnich Vivas: para este ensayo el punto de partida es la imposición con sangre de la palabra escrita. Esta es una realidad que se olvida o se ignora con frecuencia. La palabra escrita en América fue impuesta con violencia, acompañada de un interés de borrar la cultura previa. «Escribir entonces es recrear y repetir la forma en que se impuso la escritura a las culturas aborígenes  de América» (40).

Escribir, más aun siguiendo todas las normas y los formalismos estéticos impuestos, es repetir el crimen. A partir de un personaje ficcional Vivas reta este imaginario desde adentro, poetizando con y contra las normas, utilizando el lenguaje para ir en su contra. Intentando anular su existencia, para recrearse en otra. Esta es la propuesta para salvarse, el reto: desautomatizar los sentidos, el lenguaje, la escritura, y vivir en ese desorden constante que es la poesía.

El propósito se desarrolla entonces en el personaje ficticio, a través de lenguas no nativas del personaje (minika y alemán), y que tal vez por eso se adaptan mejor a esa realidad intuitiva y desautomatizada que se plantea.

En este escrito, en conclusión, se busca rastrear un vínculo entre poetizar y el crimen. Y el de poetizar el crimen. Finalmente, para atacar el crimen, la alternativa es realizar un cambio, necesario, en los modos de concebirlo.

Obediencia e impunidad

De listos, avivatos y atajos: Entrevista de Gustavo Forero Quintero a Darío Jaramillo Agudelo: en esta entrevista con Jaramillo Agudelo se aborda la influencia y la particularidad del avivato y la ruta de la atajo en el contexto legal y cultural colombiano.

Jaramillo afirma que, primero, escribe para entretener y para generar placer al lector. Luego hay ciertos temas y personajes que se relacionan con la realidad colombiana y con la literatura en general, en la que se puede producir una reflexión más profunda.

En Colombia, partiendo desde la debilidad del Estado y de que su organización establece el monopolio del crimen (o del orden) se reproducen ciertos personajes y ciertas conductas como un virus, en gran medida gracias a las puertas que abrió el narcotráfico.

Desde aquí se parte a la reflexión sobre un deseo de los sesentas en que se quiso la desaparición del Estado (de todo orden centralizado) bajo las banderas ideológicas de la anarquía, pero que, al concretarse posteriormente en Colombia en los ochentas con el narcotráfico en vez de más libertad se trajo un nuevo orden, aún más autoritario, en su reemplazo, esto es: la ley del más fuerte.

La situación en Colombia, la anomia, la normalización de la desconfianza en el sistema es tal que no se presenta en forma de obstrucción para el acceso a la justicia. Ahora para acceder al sistema, afirma Jaramillo, se necesita de un conocido o un conocido de un amigo, que trabaje adentro y nos pueda acercar el sistema, nos cree un atoja sobre la burocracia, porque la mayoría presume la inutilidad e ineficiencia de cualquier otro mecanismo establecido.

La vía del atajo, del avivato, que degenera en la proliferación del crimen y el narcotráfico se puede ver en acciones cotidianas, como la transacción del busero y el pasajero. El bus se detiene donde se le dé la gana y el pasajero lo toma y lo pide donde se le dé la gana, a pesar de la obstrucción que puedan generar. Las transacciones se sellan entonces bajo un orden privado, donde todos resultan exonerados del cumplimiento a la norma.

Una señal de que esta conducta venía normalizada previamente en el comportamiento cultural del colombiano se encuentra en un poema de Álvaro Mutis llamado «Balada imprecatoria contra los listos». Afirma Jaramillo que «el hecho de que un poeta llegue a identificar un tipo social y a ironizarlo de esta manera es bien significativo» (79).

Las situaciones anteriores son las que se ven extrapoladas en el conflicto de las novelas de Jaramillo. En obras como El juego del alfiler, por ejemplo, el listo es alguien que termina convertido en modelo social. Es alguien que ha inventado todo género de trucos para burlarse del Estado, de todas sus reglamentaciones, de sus complejos formulismos (81).

Estas conductas, que resultan en un caos perjudicial ya que se obstaculiza el interés de la mayoría por el interés de unos pocos, no son sancionadas, sino que son alimentadas frente a un Estado débil que las ignora y las permite.

Delincuencia y sanción

Los criminales en la primera plana de la prensa bogotana, 1925-1945, Andrés Vergara: en este ensayo se recopila la forma de narrar los hechos criminales y los personajes que los cometían, por el periodismo bogotano de finales del siglo XIX.

Desde el proceso que inició mediante una especie de jerarquía entre la información (que proporcionaban los reporteros) y la opinión (que realizaban los escritores o periodistas) el periodismo y la forma de narrar los hechos criminales empezó a cambiar con motivos más comerciales que literarios o académicos. Lo que primaba era entonces la posibilidad de lectura masiva antes que la información fidedigna o la redacción de calidad.

Para lograr este fin se multiplicó la incursión de algunos de los reporteros jóvenes (chicofolletinistas) en las redacciones, con algunas noticias muy leídas que más que estar influenciadas por la realidad la influenciaban. Un ejemplo de esto se produjo con la invención y exageración de una banda criminal bautizada por los redactores como los rascamuelas, organización ficticia a la que por el imaginario sembrado en los medios, los lectores resultaban atribuyéndoles gran parte de los robos o crímenes que sucedían.

La influencia de algunas obras literarias en estos reporteros como Nuestra señora de París, de Víctor Hugo, Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski y Oliver Twist de Charles Dickens a la vez terminaba reflejándose en los reportajes, en los personajes que describían y en la realidad que pretendían presentar.

De esta forma, chicofolletinistas como Osorio Lizarazo y Ximénez mezclan la realidad bogotana con elementos ficticios. Representan los delincuentes ficticios o reales con rasgos heróicos, mientras son criticados por algunos periodistas por su tendencia a exaltar a los delincuentes.

Aunque en un principio está critica venía acompañada la aseveración de que su éxito se debía a la fascinación que la clase popular tenía sobre estas historias, más adelante se comprobó que esos reportajes eran un éxito en todos los sectores de la sociedad.

Es así que los ideales del periodismo plasmados en los medios durante este período estuvieron permeados por algunas de las grandes obras de la literatura universal, como las de Víctor Hugo, Dickens y Dostoievski (como aseveraría posteriormente Roger Chartier) más que por la realidad.

Algunos tipos de criminales dilucidados en los casos de Sherlock Holmes, Sonia Natalia Cogollo Ospina: este ensayo presenta una tipología de los criminales en la obra de Sherlock Holmes. La diferencia entre ellos está sobre todo sus motivos. En la clasificación hay:

Delincuentes novatos: aquellos que aprovechan una oportunidad muy evidente para cometer un crimen menor, un robo por ejemplo, pero que no tienen la sangre fría o el impulso para desarrollar una trayectoria criminal realmente perjudicial.

Criminales peligrosos y astutos: los que generan temor porque su métodos son demasiado perversos  y sin miramientos a lazos filiales o de amistad, son los que no tienen escrúpulos y utilizan todo el ingenio que tienen a disposición para el crimen (100).

Criminales vengativos: los que justifican sus actos en un acto lesivo pasado y por eso creen que están restaurando un orden justo con sus actos injustos.

Delincuentes creativos: aquellos que intentar realizar sus acciones de la forma menos común posible. Razonando que de esta forma es más fácil quedar impunes.

Criminales celosos: los que se dejan cegar por el amor pasional, y en él justifican sus actos (106).

En conclusión, la mayoría de esta tipología de criminales tiene móviles comunes (oportunidad, ambición, venganza, honor y celos), y cada uno de ellos, amparado en sus motivos, se cree justificado, y por lo mismo no se sienten gravemente culpables del daño que infligen.

Hacia la definición de un género

Un fulano de tal: imagen paródica del detective en la realidad colombiana. Aproximación a la novela de Luis Aguilera Fulanitos de tal, zutanitas de tul, ensayo por María Victoria Echeverri García: la obra de Luis Aguilera resalta en el género porque parodia los arquetipos clásicos de la literatura de detectives y la novela negra. El héroe o antihéroe ya no se va a salir con la suya, porque es un ciudadano común enfrentado al caos de su realidad cotidiana, y esta lo supera; esa es su principal ironía.

La novela se caracteriza entonces porque es una forma de carnavalización del género (119) concentrado en la parodia del héroe. De esta forma desautomatiza, mediante e humor, el orden establecido, la virtud del detective y su posterior éxito. En otras palabras, desmiente, en el contexto bogotano, el restablecimiento del statu quo que tanto funciona en la literatura de género negro en Norteamérica y Europa.

La novela de crímenes en Colombia, Gustavo Forero Quintero: este ensayo retoma la propuesta realizada en otros artículos y sobre todo en el libro del mismo nombre. En ellos se establece que el género ha ido evolucionando hasta llegar a este punto, principalmente en Latinoamérica, en que la restitución de un orden, en sociedades anómicas, es una utopía, pues con frecuencia detrás de la injusticia sol hay más injustica o vacío.

Los ejemplos del argumento anterior se sustentan en novelas de autores como Fernando Vallejo (La virgen de los sicarios), Jorge Franco (Rosario Tijeras) y Gustavo Álvarez Gardeazabal (Comandante Paradiso) en adición a otros que también han enfrentado el tema de la literatura de crímenes en Colombia. Género que aún está en construcción, buscando un camino, como se demuestra, según Forero, en la novela El capítulo de Ferneli, de Hugo Chaparro Valderrama.


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