Aquí no pasa nada (Libro: La corriente, de Juliana Restrepo)

La corriente

Juliana Restrepo

Angosta Editores, 2017 (primera reimpresión)

131 páginas

Estoy convencido de que la literatura dice más de lo que se ve a primera vista. Pero también creo que la narración tiene más calidad cuando las ganas de decir algo se perciben sin que se note el esfuerzo por mostrarlas. La tensión entre lo que se quiere decir y la precisión para decirlo es lo que más me gusta de la literatura. De ese choque salen chispas, esa pirotecnia es capaz de quemarlo a uno por dentro y no dejarlo ser otra vez el mismo.

 También pienso que leer es escribir lo que no sé si dice el texto. Quiero decir que leer mucho es inventar sin querer. Aun así leo, o sea invento, permanentemente; porque me gusta y no conozco una forma de la realidad diferente a la ficción.

Hago este miniprólogo para recordarme que juzgar es un acto injusto, impreciso, a veces falso, pero sobre todo necesario para acercarme un poco a esa realidad o ese otro que de todos modos me va a dejar afuera.

Este texto por ejemplo me habla a mí sobre lo que está pasando cuando creemos que no pasa nada. También me señala el clasismo, que es frecuentemente el paisaje del contexto entre colombianos. Esas dos abstracciones grandes son el tema recurrente del libro. Pero presiento injustamente que los temas no son una acción deliberada, sino una casualidad, que responde a la vida de la autora.

Es por eso que decir que este libro es bueno en parte por la forma en que la autora abordó esos aspectos es tal vez forzar mi interpretación, mis expectativas cuando leo. Creo que estos cuentos se refieren a esos temas de forma accidental, y por eso algunos relatos son mucho más profundos que otros que se quedan en lo anodino, que aburren.

Para no alargar la reseña voy a decir que seis de los doce cuentos no me gustaron aunque tampoco me disgustaron —¿eso es una contradicción? Porque a mí no me parece—. No me gustó «Ménage», «La corriente», «Vol-au-vent», «Rojo Granciéres», «We play endlessly»  y «1997». Todavía no sé si por superficiales o porque no entendí qué querían decirme. De «1997» agrego que hay dos voces de personajes diferentes pero las dos hablan igual, eso me saca de la ficción, aunque no sea raro encontrarlo.

En cambio me gustó mucho «Cuchitril», porque es un relato emocionalmente intenso, nostálgico, que explora ese que hubiera sido si que nos revuelca los recuerdos todo el tiempo. Además hay habilidad y pertinencia en el uso de la segunda persona, el estilo que se usa para expresar ese recurso de quien se escribe a sí mismo en otra época es tierno y auténtico. Me gustó «Coronas de flores» porque me produce con efectividad el fastidio por ese otro clasismo de los colombianos que se reniegan —así lo quiero escribir— en Europa, y porque noquea al lector en la última imagen.  De «Las promesas» aplaudo la habilidad para mezclar los tiempos y los sucesos, aplaudo el recurso, pero sobre todo destaco cómo la forma y el estilo se relacionan con el tema, resumido en el título. También me gustó mucho «Clases particulares» porque ataca dos lugares comunes, dos prejuicios, a la vez: el clasismo y el deseo erótico en el que la mujer es protagonista y no objeto. El relato es efectivo y el final otra vez gana por nocaut.

Me quedan por comentar «Composition Notebook» y «Frustración geométrica», dos cuentos en los que encontré lo que más y lo que menos me gustó del libro y por eso no sé cómo clasificarlos.

Si una reseña fuera una entrega de notas yo le pondría al libro un número más alto que bajo. Pero como yo pienso, en cambio, que una reseña es un ejercicio de lectura, voy a decir que a pesar de las cosas que me disgustaron no perdí mi tiempo.


Descubre más desde Felipe Carrillo Alvear

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Comments

¿o qué pensas vos?