Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto
Manuela Espinal Solano
Editorial Angosta, 2016
71 páginas
Los fantasmas y las sombras, que por lo general son opacos y silenciosos, son aquí las luces. Este texto es una carta larga de alguien que quiere escapar al brillo con el que le alumbran un camino que no quiere andar para los demás. La carta, lista para que la lean otros, está dirigida a quien la escribe. Se trata de jugar con una pregunta pesada y de cantar bajito para que nadie escuche.
Sin embargo el diseño, el libro, la edición, son una tarima que le puso Angosta Editores a Espinal, quien sin decidir cantar lo hace. La carta entera, desde el diseño hasta el punto final se dice en esa clave musical callada que es la escritura. Tiene ritmo, tiene forma, está depurada, fragmentada en escenas significativas, precisas, como un recuerdo nítido.
Yo no crecí con algún talento evidente, pero sí tuve un conflicto con mi profesión. Yo tomé la ruta que (no) me impusieron pero que cargaba desde mi familia y ese mundo real del que tanto se habla en la calle y que con frecuencia es uno mismo pisándose. Eventualmente tuve que desandarme contra mí y contra todos, ese tiempo muerto se me quedó en el cuerpo, y ahora todo me pesa más que antes.
La protagonista de esta novela se enfrenta a algo que solo parece lo contrario, pero lo hace a tiempo: no encontrarse en la voz propia por el sonido que hay en ella de los otros.
Caminar hacia uno mismo es muy difícil, estoy de acuerdo. Quedarse al margen de uno mismo es un drama, un miedo grande, yo también siento eso. Para la protagonista de Espinal a ese problema se le suma otro: la luz no la deja ver(se), la luz no la deja oír(se). Pero esa luz es la meta, pero esas luces son tu familia, le dice la herencia viva que la persigue; ese legado de varias generaciones que desembocan en el canto.
Al final, esta carta trata de la búsqueda de la voz propia. A la protagonista de esta novela le suena bien, como si ya la hubiera encontrado.
Nota: la historia me gustó hasta que llegué a las últimas cuatro páginas, que dan una justificación, una explicación muy directa y algo que parece un agradecimiento. Esas páginas rompen la ficción y dicen lo que ya, de una forma más bonita, habían mostrado.
¿o qué pensas vos?