16.1 Alheña II

En ese sol a Alheña se la llevó el coco, y el cacao. Ella cuenta las historias así, como si fueran los olores los que se la llevan y no ella la que se impone. Me contó que ya mojada de calor, ya con hambre, conoció a X, gran productor de cacao de calidad. Me lo describió al detalle y cada que decía una palabra de él yo la borraba en mi memoria, hasta dejarlo reducido a X para siempre.

Al llegar a la plantación X le habló del proceso. Le dijo que todo lo que él hacía era orgánico. Que lo primero era separar un esqueje de las demás plantas, con fines reproductivos. Segundo,  abrir en el medio la raíz. Tercero, ya con el esqueje húmedo, meterlo en la muesca del chupón. Cuarto, dejarlo adentro, para que arraigue. Quinto, esperar.

A X le gustó ella, y por eso quiso seguirle enseñando. Pero ella aprende rápido y se aburre fácil cuando ya tiene los frutos en la palma. Entonces se fue a hacerlo sola. Tenía ahorros, tenía amigos e hizo otros, así consiguió una hectárea y sembró su propio cacao. Cuando X vino a probarlos ella no le dio.

De toda esta historia que todavía no entiendo yo solo conozco el chocolate. Pero ella dice que conozco lo peor de todo. Y tiene razón. Dice que tengo que aprender a derretir los frutos amargos en la boca. Dice que me va enseñar a olvidar ese sabor cursi de la caña.


Descubre más desde Felipe Carrillo Alvear

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Comments

¿o qué pensas vos?