(4) Mi vos

La otra noche lo escuché,
entredormido habló de mí:
contó un sueño que temí
fuera real esa noche.
Nombró el color azabache,
en nuestro cuarto de niños
las camas como espejos.
Él se despertó dormido,
y vio mi cuerpo cortado,
y se vio en los entresijos.

Detrás del sueño el soñador
al frente de él yo cortado,
y en el medio estaba el miedo.
Yo le señalé el mirador,
para alzarme enfrentó el temor.
La pesadilla era oscura
y la luna blanca y rara.
Con miedo me acercó al borde:
ahí fue que desperté:
ya no quise que soñara.

Mi hermano tiene mi voz
tal vez yo tengo la voz de él,
el mismo tono en otra piel.
Todavía mi vos es su voz,
entre los dos somos todos.
El sonido se repite,
es mi voz la que compite,
alejándose del otro
que no tiene el mismo rostro
pero su vos mi vos viste.

Años luego me contó
—todavía algo en mi llueve—
ese sueño en que yo estuve.
Su voz en mí ocultó
a la vez que sepultó
cualquier amago de miedo.
Más que oscuro fue acerado
en la blanca pesadilla
que por mí no le hizo mella,
no fue espada lo contado.

 


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