10.2 La pirámide de Keops

«El país gira como el torno de un alfarero»

Porque tuvimos mucha fe nos sometimos voluntariamente a esa esclavitud. Recibimos el mensaje al celular, primero; a la redes sociales y de nuestros amigos más cercanos y familiares, después. Nos ofrecían dinero, libertad y autodeterminación. También nos advirtieron, sin embargo, que antes de eso estaba el trabajo. Teníamos que hacer una red para sentar las bases de la estructura, pero después —más allá— lograríamos descansar en la ocupación de los otros. Cuando se fueron los primeros pensamos que lo hacían felices y que después nos tocaría a nosotros también. Conseguimos entonces más creyentes que pudieran convencer a otros que a su vez encontraran algunos más. Como el proyecto era monumental los que se iban y los que llegaban eran tantos y tan diferentes que ya nos parecían los mismos. El tiempo era nuestra inversión y la forma en la que se nos pasaba nos parecía el peaje del camino, pero no el final. El camino, ahora lo sabemos, vuelve a empezar cuando se acaba. Nosotros nunca vimos el final, y aunque ya no estamos ahí ahora hay otros que somos nosotros mismos.  En la cima de la torre nos obligaron a montar un letrero gigante que dice Herbalife.


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