7.2 Los mejores amigos son los peores

Sergio me quitó la novia pero ella no era mía, entonces preferí no hacerles nunca el reclamo. Me sentía mal conmigo pero pensé que podía superarlo si me ignoraba con fuerza. Ignorarme, sin embargo, era intentar todo el tiempo no recordar que Luisa y Sergio estaban juntos y que yo estaba afuera de esa burbuja.

Después de un tiempo logré superarlo. Aunque no fue la única vez que pasó. También sucedió con Natalia y Andrea, todas siempre prefirieron a Sergio. Con el tiempo me acostumbré y me parecía normal que las mujeres que me gustaban no quisieran estar mucho tiempo conmigo y sí mucho tiempo con él. Me acostumbré tanto que inclusive, igual que Sergio, había olvidado a Luisa hace años. Bueno, la verdad es que solo creí que la había olvidado.

Una vez que estaba en el apartamento de él encontré —supongo que por accidente— mi biplano rojo. Ese biplano de Lego fue el juguete favorito de mi niñez y mi adolescencia. Era pequeño, llevaba adentro un piloto con casco de visera azul transparente, estaba lleno de detalles pero había sido muy barato. Era mío. Se lo regalé un día a Luisa y le dije que aunque algún día se fuera quería que se quedara con algo mío para siempre, lastimosamente siempre he sido así de cursi.

No sé si Sergio se enteró, tampoco le hice nunca el reclamo. Pero sí pensé que ese avión era mío y no tenía derecho a decidir dónde quedarse.

Años después, el matrimonio de Mariana y Sergio fue muy bonito. Fue en esa iglesia sencilla de la carretera al Retiro, la que queda después del peaje. La belleza natural de ese lugar brillaba lleno de luces, de pompa y de gente, parecía una sucursal del Vaticano. Ya en la fiesta, esa noche también, me escapé un rato con Mariana. Me gustó muchísimo quitarle el vestido de novia.

No lo hice por venganza, aunque lo hicimos muchas veces y durante mucho tiempo. Sergio no sabía pero si eso pasaba era por su culpa. Yo estaba tan acostumbrado a que todas siempre lo prefirieran que cuando Mariana me buscó yo la rechacé inmediatamente. Cuando ella volvió a buscarme yo intenté, otra vez, ignorarla, inclusive con las mismas fuerzas que yo usaba para ignorarme. Sin embargo la peor forma de olvidar algo es forzarse a hacerlo, tantas veces recordaba no acordarme de ella que se me quedó grabada.

Cuando cedí ya era demasiado tarde, ella era novia de Sergio hace varios años. Por pensar que se iba a terminar rápido lo mantuvimos en secreto, el tiempo se nos hizo corto aunque fue largo.

La historia terminó de una forma que todavía no entiendo. Años después Mariana seguía casada pero yo todavía salía con ella. En una de esas citas le hablé del biplano rojo. Ella me dijo que lo había visto y la próxima vez que nos vimos me lo trajo. Cuando por fin tuve ese avioncito otra en vez entre mis manos fue que supe —no sé por qué ni cómo— que todo había terminado. Me despedí y nunca más volví a hablar con ella, ni con Sergio.


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