Al principio en la universidad todos estábamos convencidos de que Camila era una pelada súper inocente. Llegaba antes a todas las clases y ya estaba completamente impecable, parecía una monja. Todo le combinaba con todo de una forma monocromática, se vestía como una pelada joven pero de acuerdo al dogma: los aretes siempre le combinaban con la correa que le combinaba con las medias y los zapatos, que fijo también le combinaba con las tangas y el brasier y los pezones.
A nosotros nos parecía la mujer perfecta: calladita, juiciocita, más buena de cuerpo y alma que todas las demás juntas. Todos la queríamos corromper, quedarnos solos con ella y apropiárnosla permanentemente, que nos cocinara bien rico y que después nos dejara comérnosla. Todos queríamos pero acordamos que solo uno se quedara con ella, entonces nos la rifamos y ganó Gabo, que nos prometió dejarla como la santa que era en la calle pero convertirla en la puta que podía ser en la cama, y también que iba a tomar unas foticos en secreto, y hacer un videito, y vendérnoslo barato, como lo hizo con Natalia y Daniela y no sé cuántas más antes.
Gabo no era el mejor estudiante de la promoción de Derecho pero casi. El man fue uno de los brutos más inteligentes que yo conocí en mi vida. No sabía ni pensar ni memorizar ni mierda, pero sabía de atajos como ninguno. Era el mejor amigo de los nerdos y a la vez de nosotros, que éramos unos vagos. A los nerdos los usaba para los exámenes y a nosotros para la plata y las fiestas, y en las dos áreas tenía un promedio muy alto. El man se había venido a vivir de Barrancabermeja a Medellín, de un pueblo petrolero a una ciudad de culebreros, y sabía sacarle provecho a las dos cosas como si fueran lo mismo.
Gabo, el típico imbécil que se las sabe todas. Con Camila intentó primero directamente y nada. Luego con las amigas, para que le cogiera confianza, y nada. Luego con el hermano que estudiaba en la universidad otra carrera y nada. La pelada se le hacía la difícil pero le daba bomba y más bomba y Gabo nos decía que no se iba a quedar con esa. Que supuestamente ella estaba jugando con fuego y que le iba a explotar en la cara.
La vez que creímos que iba a aflojar un poco fue en la fiesta de gala de la promoción. Ella había pagado la entrada con una amiga y se había quedado todo el rato bailando sola o en grupo, toda contenta. Gabo intentaba hablarle y ella le sonreía pero nada serio. En una de esas nosotros nos dimos cuenta de que él le echó algo a la cerveza que ella se estaba tomando y nos dijimos en grupo: aquí fue, la emburundangó, ya perdió.
La vaina es que después de que la pelada se bajó esa cerveza se pusieron a hablar, ahora sí los dos, todos contentos. Y comenzaron a bailar como más apretadito pero de aquello nada. No vimos que se dieran ni siquiera un besito cuando se fueron los dos no sé para dónde. Gabo nos miró y nos levantó el pulgar de la mano derecha como diciéndonos ya coroné esta vuelta.
Esa fiesta fue un viernes y luego no teníamos que volver a la U. porque se acababa el semestre. Por whatsapp todos empezamos a joder en el grupo escribiéndole al man que rotara foticos, videitos, que nosotros le pagábamos bien, que no fuera egoísta. Pero nada, Gabo no nos respondía, pero eso era normal. El man se perdía los fines de semana a cada rato, cuando se enloquecía no se acordaba de nadie.
Nos vinimos a enterar fue el martes, por las noticias, que a Gabo le hicieron un paseo millonario todo violento. El man no se acuerda de nada, pero parece que después de sacarle casi toda la plata del banco unos tipos lo violaron (aunque lo de la violación no lo supimos por el periódico). Lo dejaron todo reventado, y lo peor —o lo mejor— es que Gabo no se acuerda sino del dolor tan hijueputa que le dejaron. No sabe ni siquiera si Camila tuvo que ver con nada. Dice que lo último que recuerda es que salieron de la fiesta los dos, todos abrazaditos, hacia un taxi, pero que antes de montarse ella le dijo que mejor no, que ella no quería engañarse ni engañarlo, que se sentía mal, que otro día, y que se fue y que a fin de cuentas no le dio ni siquiera un besito.
Camila no volvió el próximo semestre, pero eso era normal, porque hace rato había hecho todas las vueltas para un intercambio. Se fue a hacer un semestre de Ciencias Políticas en Stanford, donde consiguió una novia y se quedó a vivir con ella. Luego se convirtió en una activista política feminista reconocida y una escritora toda tesa.
Después de todos estos años Gabo nos dice que a pesar de que hace rato le hicieron pagar mucha plata y que le juraron que ya habían destruido los videos justo ahora, cuando gracias a la oposición que le hizo al matrimonio y a la adopción de personas del mismo género lo nombraron presidente del Centro Democrático, esos criminales publicaron los videos y se le van a cagar la Presidencia de la República que ya tenía arreglada. Y lo peor de todo es que esos hijueputas bandidos todavía siguen impunes, nos dice llorando el pobre Gabo.
¿o qué pensas vos?