4.1 Desenterrando al ahogado más hermoso del mundo (Cuento: El ahogado más hermoso del mundo, de Gabriel García Márquez)

Otra vez voy a ser cursi: yo también creo que el amor no existe, pero no dejo de escribirle cartas. Yo también creo que la belleza es inútil, salvo algunas excepciones en que por error no lo es. El ahogado más hermoso del mundo es el cuento de García Márquez del que voy a hablar. Es uno de los cuentos que más me gustan junto a Pacto de sangre, de Benedetti, y un poema de Sabines que comienza diciendo los amorosos callan. Solo ahora me doy cuenta de que tratan de lo mismo, de una búsqueda imposible, de la fragilidad de la realidad y la realidad de la ficción.  Uno tiende —yo tiendo, tú tiendes, todos tendemos— a despreciar la imaginación y la ficción porque no son mágicos como un celular, un carro o un reloj. Y eso es completamente cierto, la ficción no es mágica como la realidad, hasta que se vuelve realidad la ficción, y de eso es que trata para mí este cuento de García Márquez.

El cuento está en un libro de pasta gruesa y negra que tengo aquí, al lado. Es una colección de todos los cuentos de García Márquez publicada por Penguin Random House en el 2014. El libro, alto y gordo, venía adentro de una caja negra con letras doradas, que se puede abrir jalando una cuerda, como el cofre de un tesoro. No sé por qué me gusta tanto el olor a hojarasca que son las páginas de los libros. No sé por qué me gustan tanto los libros, esas hojas muertas con signos muertos esperando un lector que venga a resucitarlos. Pero de todos los libros este me gusta más que muchos porque adentro tiene ese cuento.

La historia comienza con unos niños que juegan con el cuerpo de un ahogado. Un cadáver grande y hermoso que no pertenece a ese pueblo. En el cuento, que es corto, la imaginación de los habitantes, que es larga, le da un montón de formas espléndidas al muerto; le da un nombre y una memoria, y al final de la narración los transforma para siempre. Como con la mejor literatura, cada vez que leo este cuento me parece que estoy leyendo otro diferente. A veces lo leo y resalto el color local de la gente del caribe, a veces las referencias míticas de Cristo y Ulises y la Odisea; y a veces, con mayor frecuencia, resalto el valor de la imaginación y la búsqueda de la belleza a través de una narración muy musical y muy poética.

Al terminar el cuento, casi en el último párrafo, pienso que tal vez la búsqueda de la belleza no es tan inútil, que tal vez el amor que no existe se puede hacer carne, por fin y para siempre, de tanto buscarlo. Soy cursi y me cuesta evitarlo, pero no pretendo llamar la atención con eso, lo que me gustaría es ser capaz de realizar las historias que finjo a diario.


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