A la vida le hacen falta paréntesis, a falta de eso yo conozco una forma de crear tiempo. La necesito porque me demoro mucho pensando, intentando sentir y entender. Constantemente siento que entre un hecho y otro se me está pasando todo lo importante. Y en la vida uno no puede parar a leer el interlineado, no puede levantar los ojos del libro, afectado por lo que acaba de pasarle. Lo que yo necesito, la mejor forma de conseguirlo, es silencio. Pero el silencio es algo artificial, no existe, y no sé en realidad si sería capaz de soportarlo. Lo que yo hago entonces es perseguirlo, hacerlo verosímil. Para hacerlo me pongo unos audífonos de construcción, unas orejeras, y me siento a intentar cerrar los ojos sin cerrarlos, frente a una hoja digital en blanco.
La técnica me sirve como si fuera el verdadero fondo de un sombrero de mago. El problema es que no soy capaz de detenerlo. A los demás les pasa de todas formas el tiempo , y aunque yo no me dé cuenta a mí también me está pasando. Este es el problema. Los aisladores son muy rudimentarios, no son paréntesis, no son interlineados, y es como perderse páginas, en las que a veces hay un capítulo entero. El problema de la vida es que uno no se puede leer todo el libro, ni siquiera puede leer bien lo poco que está leyendo. Con esa poca información nos toca, me toca, decidir permanentemente. Y mientras tanto, la vida secreta, la parte más importante, se sigue diluyendo.
Entre lo que está más allá y más acá de lo que conozco (bien y mal, o mal y peor) hay un punto medio. Es el lugar más cómodo para quedarse porque no hace ni mucho calor ni mucho frío, siempre florecen los árboles de hojas moradas jacarandá o amarillas guayacán, y hay espacio y hay ruido y hay compañía y hay silencio. A veces busco ese punto y no lo encuentro, queda lejos, como el horizonte. Mientras no lo encuentre voy a seguir atrapado en este ruido que no entiendo, y por eso es que necesito aisladores, o paréntesis.
¿o qué pensas vos?