Mi pesadilla favorita

No sé si todo en la vida tiene dos caras, pero mi hermano es capaz de ver al menos tres, casi siempre.

En los sueños, ya lo sabemos, puede pasar cualquier cosa. Esa noche estaba soñando. Todavía éramos niños, quizá con diez años, dormíamos juntos en el mismo cuarto del apartamento de San Lucas, que tenía una sola ventana. Era un cuarto piso que parecía un sexto. La ventana tenía una vista limpia sobre la ciudad, todavía no la habían sembrado de torres de edificios. Ya dormidos la única iluminación del cuarto era una mezcla de luz de lámpara con luz de luna que creaba esa atmósfera espesa de las pesadillas.

Veinte años después todavía me acuerdo con detalles porque fue una de las peores: me levanté en medio de la noche con esa baba de aire en la cara que es intentar despertarse, parpadeé tomando oscuridad con los ojos hasta acostumbrarme. De pie, al lado de la cama, miré a la cama de mi hermano, que estaba vacía, seguí con la mirada un sonido que decía mi nombre y lo encontré casi pegado al suelo, al lado de la pared. Mi hermano estaba tal como siempre, pero con cara de angustia, no tenía camisa ni piernas, la cintura le cerraba como una faja de piel, como la de un muñeco de plástico.

Verlo me perturbó tanto que me paralicé de las náuseas. No me pidió nada pero yo decidí alzarlo, levantarlo como un cofre.  Caminé con él hacia la ventana lleno de miedo y era como si yo me mirara llevarlo, me miraba caminar con él hacia la ventana donde lo asomé. Yo no quería soltarlo. Me desperté acelerado.

Años después, todavía con miedo, le conté a mi hermano. Lo preparé varias veces. Le dije que era un sueño terrible que intentaba apagar en silencio. Él esperaba una historia de horror. Y yo intenté contársela. Casi de la misma forma en que la dejé escrita aquí le conté cada frase como un ladrillo más en un muro de miedo.

Al terminar él me dijo que le parecía  un sueño bonito. Y me agradeció por haber tenido el valor del alzarlo a mirar la noche. Fue como si me hubiera dibujado la tercera cara de esa moneda.


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