Los libros también tienen agujeros negros. Están en ese espacio entre las líneas de palabras, aparentemente vacío. Cada que me meto en uno de esos agujeros levanto involuntariamente los ojos de la página que leo y miro hacia un lugar indefinido, un lugar en el que no puedo entrar aunque ya esté adentro. Me obsesionan esos espacios, sé que guardan la mayor, la mejor, parte del texto, pero siento también que, siempre, se me escapan. Alguien debió decir ya que uno no lee como quiere sino como puede. A mí me gustaría aprender a leer con una luz enorme, que nombre también las palabras precisas de los interlineados, pero a veces pienso que no soy capaz de hacerlo.
Hace unos meses, por ejemplo, leí el libro favorito de mi hermano, es también uno de los favoritos de Roberto Bolaño. Se llama A Confederacy of Dunces, y lo escribió Jhon Kennedy Toole. El protagonista es un perdedor que no lo sabe, un Quijote moderno que vive atrapado en historias anacrónicas medievales y que de tanto insistir en ellas a veces obliga a los demás a vivirlas. Es un personaje incoherente, apasionado por una forma trasnochada de la moral y los perros calientes.
En el prólogo se referencia a Nueva Orleans y la historia de Estados Unidos a mediados del siglo XX, se habla de la gente que formaba la ciudad y su dialecto, de la forma en que estaban constituidos los lugares, se menciona el momento histórico. Yo ignoro toda esa información, en este momento abro Google para ver una foto de la ciudad y sé que no es como la imaginaba, tampoco lo es Ignatius Reilly, el protagonista.
Le pregunto a mi hermano por qué le gustó tanto el libro y me habla un rato largo de la historia y los personajes y después me dice que no sabe, pero que le parece muy bueno. Me gustaría preguntarle a Roberto Bolaño, busco en internet alguna explicación que haya dado y no la encuentro. Leo un par de reseñas sobre el libro, publicado póstumamente en 1980, ganador de un Pullitzer; todo lo que leo, todo lo que busco sobre el libro no lo sabía, y pienso que debo volver a leerlo, pero al volver a leerlo me doy cuenta de más cosas que ignoro, las vuelvo a buscar, vuelvo a leer, pero no es suficiente, nunca es suficiente, los interlineados son agujeros negros en los que me quedo atrapado. Y sigo pensando que la mejor parte del libro se me está escapando.
Esto mismo me pasa con los demás textos, no leo como quiero sino como puedo, me doy cuenta todo el tiempo de que mis lecturas están llenas de lugares oscuros, de puntos ciegos. Me gustaría comprar una de esas lámparas que no existen, para leer mejor, para entender, para ver completo, como las que tenía que Borges.
¿o qué pensas vos?