Comentario sobre Variaciones alrededor de nada, de León de Greiff

En 1936, en Manizales, León de Greiff, editado por La casa editorial y talleres gráficos Arturo Zapata, publicó su cuarto mamotreto. Más importante que su contenido es su música. La sonoridad de sus poemas no se basa en la rima, sino en la relación de unos sonidos predominantes con otros, en la intercalación de silencios. El léxico es para él una ampliación del sonido y no del significado.  Su lenguaje, como el glíglico que ya hiciera famoso Cortázar en Rayuela, es una experencia estética antes que semántica. De Greiff escribe greiffiano, o bolombólico.

«Ruido/ ronco / de tronco/ caído.» retumba de Greiff. «Dáme otra vez a gustar la golosina/ de ésos tus gordezuelos labios róseos…/y que tus ojos otra vez irradien húmedos: /¿qué otra razón para vivir sino tus labios y tus ojos?» suena invocando.

Hay una superstición que nombra Borges como algo cierto, que yo conservo: la belleza se siente antes que la comprensión del significado. En de Greiff esto es palpable. Sus versos son una defensa de la estética y de la sonoridad del silencio.


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