Somos cuatro personas, dos equipos, estratégicamente sentados alrededor de una mesa. Digo una pista con la que él tiene que adivinar dos palabras. No la entiende. Sobre la mesa señala dos palabras equivocadas, le regala un punto al otro equipo y otro a nadie. El otro equipo se ríe. Él me recrimina, yo lo recrimino. No entendemos cómo el otro pudo no entender algo tan fácil.
El juego sigue pero cada pista es un desvío, un error. La representación de la realidad del otro es un lugar ajeno que sin saber comparto. Perdemos el juego. Nos hacemos comentarios burlones, después hirientes, después nos insultamos. Jugamos juegos de mesa para inventar un mundo falso, divertido y totalmente controlado, pero el azar se mete en todas partes, entre las reglas, entre nosotros. La realidad es esta ficción que no entiendo, ni controlo.
¿o qué pensas vos?